viernes, 4 de mayo de 2018

Cancionero, Francesco Petrarca

PRIMERA PARTE

I

Vosotros que escucháis en sueltas rimas
el quejumbroso son que me nutría
en aquel juvenil error primero
cuando en parte era otro del que soy,

del vario estilo en que razono y lloro
entre esperanzas vanas y dolores,
en quien sepa del amor por experiencia,
además de perdón, piedad espero.

pero ahora bien sé que tiempo anduve
en boca de la gente, y a menudo
entre mí de mí mismo me avergüenzo;

de mi delirio la vergüenza es fruto,
y el que yo me arrepienta y claro vea
que cuando agrada al mundo es breve sueño.

II

Por vengarse con gracia y ligereza,
castigando en un día mil ofensas,
tomó Amor el arco ocultamente,
como el que espera la ocasión propicia.

Estaba mi virtud dentro del pecho
para hacer su defensa allí y en los ojos,
cuando el golpe mortal bajó hasta donde
solía despuntarse todo dardo.

Pero, turbada en el primer asalto,
no tubo fuerzas ni tampoco espacio
para empuñar el arma ante el peligro,

o bien al alto y fatigoso otero
sagazmente apartarme del suplicio
del que hoy quiere, y no puede, liberarme.

III

Era el día en que al sol se la nublaron
por la piedad de su hacedor los rayos,
cuando fui prisionero sin guardarme,
pues me ataron, señora, vuestros ojos.

No creí fuera tiempo de reparos
contras golpes de amor, por ello andaba
seguro y sin sospechas; así mis penas
en el dolor común se originaron.

Hallóme Amor de todo desarmado,
con vía libre al pecho por los ojos,
que de llorar se han vuelto puerta y paso;

pero, a mi parecer, no puede honrarle
herirme en ese estado con el dardo,
y a vos armada el arco ni mostraros.

El que infinita providencia y arte
demostró en su admirable magisterio,
que creó este hemisferio y aquel otro
y a Jove más que a Marte hizo clemente,

viniendo al mundo a iluminar escritos
que la verdad habían ocultado,
apartó de la red a Juan y a Pedro,
y en el reino del cielo les dió parte.

De sí naciendo a Roma no hizo gracia,
mas si a Judea, porque siempre quiso
exaltar la humildad sobre otro estado;

y ahora un sol nos ha dado en una aldea,
y dan gracias el sitio y la natura
donde mujer tan bella vino al mundo.



Francesco Petrarca, Cancionero,Catedra, (1444-1482), Letras universales, páginas:  31-33-35-37

Seleccionado por: Jorge Egüez Yabita, primero de bachillerato, curso 2017-2018