jueves, 20 de octubre de 2011

CANTO XXXII

No comerá bellotas, ciertamente,
la tierra, mientras no la obligue el hambre;
duro hierro no depondrá. A menudo
despreciará oro y plata, satisfecha
con pólizas de cambio. De la sangre
de los suyos, no se abstendrá la mano
de la pródiga estirpe, antes cubierta
de estragos será Europa y la otra orilla
del atlántico mar, fresca nodriza
de civilización, siempre que incite
a la lucha a las huestes fraternales
por pimienta, canela u otro aroma,
o azucaradas cañas, o un motivo,
el que sea, que en oro se convierta.
Amor a la justicia, verdadero
valor, modestia, fe y virtud
extraños serán en todo estado, en los comunes
negocios , y serán desventurados
siempre, y escarnecidos y vencidos,
que, por naturaleza, en todo tiempo con la mediocridad, reinarán siempre
y siempre flotarán. De imperios y fuerzas
abusará quien sea, bajo un nombre cualquiera. Que esta ley antes grabaron
Natura y el destino con el diamante;
y no la borrarán con sus centellas
Volta ni Davy, ni Inglaterra toda siquiera con sus máquinas, ni un Ganges
de escrituras políticas, el siglo
nuevo. El bueno en tristeza; el vil, el pícaro
en triunfo siempre; contra el alma excelsa
en armas conjurado el mundo entero;
del verdadero honor, secuaz el odio,
la envidia y la calumnia; de los fuertes
víctima el débil; de los ricos, siervo
y adulador el pobre;en toda forma
de público gobierno, de la eclíptica,
o de los polos cerca o cerca o lejos, siempre,
si al humano linaje el propio albergue
y los rayos de sol no faltan nunca.

CANTOS, páginas 126 y 127 del canto XXXII. EDITORES ORBIS S.A. Barcelona. aÑO 1988. Seleccionado por Javier Muñoz Castaño, curso 2011-2012, segundo de bachillerato.

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