viernes, 23 de noviembre de 2012

Middlemarch, George Eliot

   La señorita Brooke poseía esa clase de belleza, que parece resaltar con la sencillez del vestido. Sus manos y muñecas estaban tan finamente formadas que podía llevar unas mangas tan sencillas como aquellas con las que los pintores italianos solían retratar a la Virgen; y su perfil así como su estatura y su porte parecían ganar dignidad con la sencillez de sus ropas, que al lado de la moda de provincias la hacían semejante a una bella cita, sacada de la Biblia o de algunos de nuestros más antiguos poetas, e incluserta en un periódico de hoy. Decían de ella que era extraordinariamente inteligente, pero que su hermana Celia tenia mas sentido común. A pesar de que Celia apenas llevaba algún aderezo más, para los más observadores su forma de vestir difería de la de su hermana en un matiz de coquetería y en la forma de llevarlo. La sencillez con que vestía la señorita Brooke se debía a diversos motivos, la mayor parte de los cuales compartía su hermana. El orgullo de ser damas tenía algo que ver en esto: los parientes de los Brooke, aunque no exactamente aristócratas, eran sin lugar a dudas gente de buena posición.



George Eliot, Middlemarch, Editora Nacional, Texto seleccionado por Laura Mahillo, Segundo de bachillerato, 2012/13

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