lunes, 25 de abril de 2016

Casa de muñecas, Henrik Ibsen

HELMER.-Eres una criatura singular. Lo mismito que tu padre. Te ingenias a maravilla para proporcionarte dinero; pero, apenas lo consigues, se te escurre entre los dedos y no averiguas jamás en qué lo has invertido. En fin, hay que tomarte conforme eres. Lo llevas en la sangre. Sí, Nora, esos rasgos son hereditarios, indudablemente.
NORA.-¡Bien quisiera yo haber heredado algunas cualidades de papá!
HELMER.-Y yo te quiero tal cual eres, alondra mía adorada. Pero escucha: hoy tienes un aire distinto, un aire desconcertante...
NORA.-¿Yo?
HELMER.-Sí, tú. Mírame con fijeza a los ojos (NORA  le mira.) ¿No habrá hecho la golosilla alguna escapatoria en la ciudad?
NORA.-No. ¿Por qué me lo preguntas?
HELMER.-¿De veras no habrá metido la golosilla su nariz en la confitería?
NORA.-No, Torvaldo; te lo aseguro.
HELMER.-¿Ni siquiera habrá husmeado algún dulce?
NORA.-Ni por asomo.
HELMER.-¿Ni ronchado una o dos almendras?
NORA.-Y tanto que no; te lo confirmo.
HELMER.-Bueno, bueno; estaba de broma.
NORA (Acercándose a la mesita de la derecha).-No me asaltaría la menor intención de hacer algo que te disgustara. Puedes estar bien seguro de ello.
HELMER.-De sobra me consta. ¿No me has dado tu palabra? (Se acerca a NORA.) ¡Ea!, reśervate para ti tus secretitos de Navidad, que ya los descubriremos esta noche cuando se encienda el árbol.
NORA.-¿Te has acordado de invitar al doctor Rank a cenar?
HELMER.-No, ni es necesario, puesto que está al corriente. Por lo demás, le invitaré dentro de un rato, cuando venga. He encargado un buen vino. No puedes imaginarte, Nora, con qué ilusión aguardo a que llegue la noche.
NORA.-Yo también. ¡Y cuánta alegría van a sentir los niños, Torvaldo!
HELMER.- Reconforta pensar que ha logrado una gozar de una situación estable, garantizada, para vivir con holgura. ¡Cómo tranquiliza pensarlo!
NORA.-Por supuesto, es maravilloso, igual que un sueño.
HELMER.-¿Recuerdas la Navidad pasada? Desde tres semanas antes te encerrabas hasta la medianoche larga, a fin de confeccionar flores para el árbol de Navidad y darnos numerosas sorpresas. ¡Uf!, ha sido la época más aburrida desde que tengo memoria.
NORA.-Pues yo no me aburría en modo alguno.
HELMER.-Y bastante deplorable fue el resultado, Nora.

Henrik Ibsen, Casa de muñecas, Madrid, Unidad Editorial, Colección Millenium, 1999, pág. 16-17.
Seleccionado por Paula Ginarte Pérez ,Primero de Bachillerato, Curso 2015-2016.

No hay comentarios:

Publicar un comentario