lunes, 24 de noviembre de 2014

EL LIBRO DE LAS TIERRAS VÍRGENES, Rudyard Kipling

                                             ¡TIGRE! ¡TIGRE!



     ¿Cómo ha ido la caza, audaz cazador?
     Hermano, frío y largo ha sido el acecho.
     ¿Y qué tal la presa que fuiste a matar?
     Hermano, todavía pace por la selva.
     ¿Y dónde está el poder en el que basas tu orgullo?
     Hermano, se me escapa por el flanco y el costado.
     ¿Y a qué viene la prisa con que corres todavía?
     ¡Hermano, porque voy a mi cubil... a morir!



     Volvamos ahora a la primera historia**. Cuando Mowgli abandonó la cueva de los lobos tras la pelea con la Manada en el Roquedal del Consejo, bajó a las tierras labradas en donde vivían los campesinos, pero no se detuvo allí, pues estaba demasiado cerca de la selva y sabía que en el Consejo se había hecho por lo menos un enemigo muy malo. Corrió, por tanto, siguiendo el camino que bajaba por el valle a un paso bastante rápido durante casi 35 kilómetros, hasta llegar a una zona que no conocía. El valle se abría a una gran llanura salpicada de rocas y cortada por los barrancos. En un extremo había un pequeño pueblo, y en el otro la densa selva descendía hasta las tierras de pasto, deteniéndose allí como si la hubieran cortado con un azadón. Las reses y los búfalos pastaban en la llanura, y cuando los muchachitos que estaban a cargo de los rebaños vieron a Mowgli, gritaron y echaron a correr, mientras que los perros vagabundos de color amarillo que andan por todos los pueblos indios comenzaban a ladrar. Mowgli siguió andando, pues tenía hambre, y, al llegar a la puerta del pueblo, vio que habían apartado a un lado el arbusto espinoso que colocaban ante ella al anochecer.
     -¡Vaya! -dijo, pues ya se había encontrado con más de una barricada semejante en sus correrías nocturnas en busca de alimento-. Así que los hombres tambien aquí tienen miedo del Pueblo de la Selva.




   Rudyard Kipling,El libro de las tierras vírgenes, Madrid, ed. Akal literaturas, col. Akal literaturas, 2003, páginas 127 y 128. Seleccionado por Pablo del Castillo Baquerizo. Segundo de Bachillerato. Curso 2014-2015.





No hay comentarios:

Publicar un comentario