viernes, 22 de enero de 2016

A través del espejo, Lewis Carroll


El jardín de las flores vivas

    Veré mucho mejor cómo es el jardín —se dijo Alicia— si puedo subir a la cumbre de aquella colina; y aquí veo un sendero que conduce derecho allá arriba...; bueno, lo que es derecho, desde luego no va... —aseguró cuando al andar unos cuantos metros se encontró con que daba toda clase de vueltas y revueltas— ...pero supongo que llega-
rá allá arriba al final. Pero ¡qué de vueltas no dará este
camino! ¡Ni que fuera un sacacorchos! Bueno, al menos
por esta curva parece que se va en dirección a la colina.
Pero no, no es así. ¡Por aquí vuelvo derecho a la casa! Bue-
no, probaré entonces por el otro lado.
    Y así lo hizo, errando de un lado para otro, probando
por una curva y luego por otra; pero siempre acababa fren-
te a la casa, hiciera lo que hiciese. Incluso una vez, al do-
blar una esquina con mayor rapidez que las otras, se dio
contra la pared antes de que pudiera detenerse.
    —De nada le valdrá insistir —dijo Alicia, mirando a
la casa como si ésta estuviese discutiendo con ella—. Des-
de luego que no pienso volver allá dentro ahora, porque
sé que si lo hiciera tendría que cruzar el espejo... volver
de nuevo al cuarto y... ¡ahí se acabarían mis aventuras!
    De forma que con la mayor determinación volvió la
espalda a la casa e intentó nuevamente alejarse por el
sendero, decidida a continuar en esa dirección hasta lle-
gar a la colina. Durante algunos minutos todo parecía
estar saliéndole bien y estaba precisamente diciéndose
“esta vez sí que lo logro” cuando de pronto el camino tor-
ció repentinamente, con una sacudida, como lo describió
Alicia más tarde, y al momento se encontró otra vez an-
dando derecho hacia la puerta.

Lewis Carroll, A través del espejo, http://www.ucm.es/data/cont/docs/119-2014-02-19-Carroll.ATravesDelEspajo.pdf
Seleccionado por Laura Agustín Críspulo, Segundo de Bachillerato, curso 2015-2016.

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