jueves, 19 de enero de 2017

El Príncipe, Nicolás Maquiavelo

XIII. De los soldados auxiliares, mixtos y propios.

    Las tropas auxiliares, que constituyen la otra clase de tropas inútiles, son aquellas de las que se dispone cuando se llama a un poderoso para que con sus tropas venga a ayudarte y defenderte. Es lo que hizo hace poco el papa Julio cuando, tras pasar con ocasión de la empresa de Ferrara la triste experiencia de sus tropas mercenarias, recurrió a las auxiliares y llegó al acuerdo con Fernando, el rey de España, de que éste lo ayudaría con su gente y sus ejércitos. Estas tropas pueden ser útiles y buenas en sí mismas, pero para quien las llama resultan casi siempre perjudiciales, porque, si pierdes, te quedas deshecho, y, si vences, te conviertes en prisionero suyo. Y aunque  la historia antigua esté llena de ejemplos de este tipo, no deseo, sin embargo, apartarme del caso fresco y reciente del papa Julio, cuya decisión de ponerse completamente a merced de un extranjero por el deseo de conquistar Ferrana no pudo ser más irreflexiva. Sin embargo, su buena fortuna hizo nacer una tercera variante, a fin de que no saborease enteramente el fruto de su mala decisión, pues, cuando ya habían sido derrotadas sus tropas auxiliares en Rávena, aparecieron los suizos, que hicieron huir a los vencedores en contra de las previsiones tanto de él como de los demás; de esta forma no quedó prisionero de los enemigos, que habían sido rechazados, ni tampoco de las tropas auxiliares, pues había vencido con otras armas. Los florentinos, encontrándose completamente desarmados, trajeron diez mil franceses para que expugnaran Pisa, y esta decisión les hizo pasar más peligros que cualquier otra empresa suya anterior. El emperador de Constantinopla llevó a Grecia para que se enfrentaran a sus vecinos a diez mil turcos, los cuales, sin embargo, se resistieron a partir una vez terminada la guerra. Esta acción marcó el comienzo de la esclavización de Grecia por los infantes. Aquel, por tanto, que quiera no poder vencer, que se valga de estas tropas, porque son mucho más peligrosas que las mercenarias: con ellas el desastre está garantizado de antemano, pues constituyen un solo un solo cuerpo absolutamente dispuesto a obedecer a otro. Por el contrario, las tropas mercenarias, en el supuesto  de que hayan vencido, necesitan para hacerte daño más tiempo y una mejor oportunidad, ya que no forman un cuerpo único y además han sido formadas y están pagadas por ti. En estas tropas un tercero, a quien confíes el mando, no puede adquirir con la suficiente rapidez la autoridad necesaria para causarte daño. En suma, en las mercenarias es más peligrosa la desidia, en las auxiliares, la virtud.
       


Nicolás Maquiavelo, El Príncipe, Madrid, Alianza Editorial, páginas 87,88 y 89
 Seleccionado por Andrea Sánchez Clemente. Primero de Bachillerato. Curso 2016/2017

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