lunes, 6 de octubre de 2014

El perfume, Patrick Süskind

CAPÍTULO CATORCE


     -Fórmula, fórmula- graznó Grenouille, enderezándose un poco ante la puerta-; yo no necesito ninguna fórmula. Tengo la receta en la nariz. ¿Queréis que os haga la mezcla, maestro, queréis que os la haga?
¿Me lo permitís?
     -¿Qué dices? - gritó Baldini, alzando bastante la voz y sosteniendo el candelero ante el rostro del gnomo-. ¿Qué mezcla?
     Por primera vez, Grenouille no retrocedió.
     -Todos los olores que se necesitan están aquí, todos aquí,en esta habitación- dijo, señalando hacia la oscuridad-. ¡Esencia de rosas! ¡Azahar! ¡Clavel! ¡Romero...!
     -¡Ya sé que están aquí!- rugió Baldini-. ¡Todos están aquí! ¡Pero ya te he dicho, cabezota, que no sirven de nada cuando no se tiene la fórmula!
     -¡...Y el jazmín! ¡El alcohol! ¡La bergamota! ¡El estoraque!- continuó graznando Grenouille, indicando con cada nombre un punto distinto de la habitación, tan sumida en tinieblas que apenas podía adivinarse la sombra de la estantería con los frascos.
     -¿Acaso también puedes ver de noche?- le gritó Baldini-. No sólo tienes la nariz más fina, sino también la vista más aguda de París, ¿verdad? Pues si también gozas de buen oído, agúzalo para escucharme: eres un pequeño embustero.
   







Patrick Süskind, El perfume, Barcelona, Seix Barral, S.A., booket, página 95. Seleccionado por Laura Tomé Pantrigo. Segundo de bachillerato, curso 2014-2015.

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