lunes, 3 de noviembre de 2014

FRANKENSTEIN, Mery Shelley

   Soy ginebrino de nacimiento, y mi familia es una de las más distinguidas de esta república. Mis  antepasados fueron durante muchos años consejeros y síndicos, y mi padre ocupó diversos cargos públicos con honor y reputación. Fue respetado por todos los que le conocieron por su integridad e infatigable atención a los asuntos públicos. Pasó su juventud dedicado por completo a los asuntos de su país; diversas circunstancias le impidieron casarse a su debido tiempo, y no se convirtió en esposo y padre de familia hasta que no llegó el ocaso de su vida.
     Dado que las circunstancias de su matrimonio son reveladoras de su personalidad, no puedo por menos de relatarlas. Uno de sus más íntimos amigos era un comerciante que, desde una posición floreciente, cayó en la miseria a causa de numerosos infortunios. Este hombre, que se llama Beaufort, era de carácter orgulloso e inflexible, y no podía soportar vivir en la pobreza y el olvido en el mismo lugar donde antes se había distinguido por su categoría y su riqueza. De modo que, una vez pagadas todas sus deudas, se retiró con su hija a la ciudad de Lucerna, donde vivía ignorado en la mayor indigencia. Mi padre quería a Beaufort entrañablemente, y su reclusión en tan infortunadas circunstancias le entristeció mucho.

Mary Shelley, Frankenstein. Barcelona, Vicens vives. Páginas 40, 2006.
Seleccionado por Nuria Muñoz Flores . Segundo de bachillerato, curso 2014/2015



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