viernes, 19 de febrero de 2016

Las aventuras de Oliver Twist, Charles Dickens


  El médico lo depositó en sus brazos. Ella apretó ardientemente sus pálidos labios sobre la frente del niño, se pasó luego las manos sobre el rostro, miró en derredor con ojos extraviados, se estremeció, cayó de espaldas... y murió. Le frotaron el pecho, las manos y las sienes; mas la sangre se había detenido para siempre. Antes habían hablado de esperanza y de consuelos. Hacía mucho tiempo que éstos eran desconocidos para ella.
  —¡Todo ha terminado, señora Thingummy! —dijo el médico, al cabo. 
—¡Ah! ¡Pobrecita! Ya lo veo —murmuró la enfermera, recogiendo el tapón de la botella verde, que se habíacaído sobre la almohada al tiempo de inclinarse a levantar al niño—. ¡Pobre mujer! 
—No os molestéis en mandar por mí si el niño llora —dijo el médico, poniéndose los guantes con gran parsimonia—. Es muy probable que esté molesto. En ese caso, dadle un poco de papilla —se puso el sombrero y, deteniéndose junto a la cama, camino de la puerta, añadió—: Era guapa la muchacha... ¿De dónde vino? 
—La trajeron anoche —respondió la vieja— por orden del visitador. La encontraron tendida en la calle. Debió de haber andado mucho, pues traía los zapatos destrozados; pero nadie sabe de dónde venía ni adónde iba. 
Se inclinó el doctor sobre el cadáver y le alzó la mano izquierda.
 —¡Lo de siempre! No hay anillo de boda. ¡Ah! ¡Buenas noches! 
Se fue el médico a cenar, y la enfermera, tras haberse aplicado una vez más a la verde botella, se sentó en una silla baja delante del fuego y comenzó a vestir al infante. 
Charles Dickens, Las aventuras de Oliver Twist                                            http://www.prisaediciones.com/uploads/ficheros/libro/primeras-paginas/200710/primeras-paginas-aventuras-oliver-twist.pdf. Seleccionado por Julia Mateos Gutiérrez, segundo de bachillerato, curso 2015-2016.

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