viernes, 19 de febrero de 2016

Stendhal, La cartuja de Parma


Capítulo 14.
Mientras Fabricio se dedicaba a la caza del
amor en un pueblecillo cercano a Parma, el
fiscal general Rassi, que no le sabía tan cerca
de él, continuaba llevando su asunto como si
se tratara de un liberal; aparentó no poder
encontrar testigos de descargo, o más bien
los intimidó. Por fin, después de un trabajo
muy estudiado que duró cerca de un año, y
pasados dos meses del último retorno de Fabricio
a Bolonia, un viernes, la marquesa Raversi,
loca de alegría, dijo públicamente en su
salón que, al día siguiente, sería presentada a
la firma del príncipe y aprobada por éste la
sentencia que acababa de ser pronunciada,
hacía una hora, contra el joven Del Dongo. A
los pocos minutos, supo la duquesa estas
palabras de su enemiga.
«¡Muy mal servido tiene que estar el conde
por sus agentes! -se dijo-. Todavía esta mañana
creía que la sentencia no se Podría pronunciar
antes de ocho días. Acaso no le dis-
gustaría alejar de Parma a mi joven gran vicario;
pero -añadió cantando-, ya volvería, y
algún día será nuestro arzobispo.» La duquesa
llamó.
-Reúna a todos los criados en la sala de
espera -dijo a su mayordomo-, incluso a los
cocineros. Vaya a pedir al comandante de la
plaza el permiso necesario para disponer de
cuatro caballos de posta, y que antes de media
hora estén aquí enganchados a mi landó.
Todas las mujeres de la casa se aplicaron
a hacer baúles. La duquesa se vistió a toda
prisa un atavío de viaje, todo ello sin comunicar
nada al conde; la idea de burlarse de él la
entusiasmaba.
-Amigos míos -dijo a los domésticos congregados-,
acabo de saber que mi pobre sobrino
va a ser condenado en rebeldía por
haber tenido la audacia de defender su vida
contra un frenético, contra ese Giletti que
quería matarle. Todos vosotros habéis podido
ver lo dulce e inofensivo del carácter de Fabricio.
Justamente indignada por esta injuria
atroz, me traslado a Florencia. Dejo a cada
uno de vosotros su soldada durante diez
años; si os veis apurados, escribidme, y
mientras yo tenga un cequí, siempre habrá
algo para vosotros.

Stendhal, La cartuja de Parma, http://www.biblioteca.org.ar/libros/155120.pdf
Seleccionado por Laura Agustín Críspulo, Segundo de Bachillerato, curso 2015-2016

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