lunes, 20 de octubre de 2014

La quimera del oro, Jack London




EL SILENCIO BLANCO


    El sonido de la oscuridad es piadoso, amortajándole a uno como para protegerle, y exhalando mil consuelos intangibles: pero el brillante silencio blanco, claro y frio bajo cielos de acero, es despiadado.
       Pasó una hora, dos horas, pero el hombre no moría. A media tarde el sol, sin elevar su cerco sobre el horizonte meridional, lanzó una insinuación de fuego a través de los cielos, y rápidamente la retiró. Malemute Kid se levantó y arrastró al lado de su compañero. Lanzó una mirada a su alrededor. El silencio blanco pareció burlarse y un gran temor se apoderó de él. Sonó un disparo agudo: Mason voló a su sepulcro aéreo, y Malemute Kid obligó a los perros a latigazos a emprender una salvaje carrera mientras huía veloz sobre la nieve.



Jack London, La quimera del oro, Madrid, Anaya, 1991,página 35. Seleccionado por Pablo Galindo Cano.Segundo de bachillerato. Curso 2014-2015.

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