lunes, 20 de octubre de 2014

Nana, Emile Zola

                              Capítulo IV

     Desde la mañana, Zoé había abandonado el piso a un maitre d'hotel, que venía del restaurante Brébant con un equipo de ayudantes y camareros. Todo debía suministrarlo Brébant, la sobrecena, la vajilla, la cristalería, la mantelería, las flores y hasta algunas sillas y taburetes. En el fondo de sus armarios, Nana no hubiera encontrado ni una triste docena de servilletas, y, no habiendo tenido tiempo para completar su instalación, después de su nuevo lanzamiento, desdeñando ir a un restaurante, había preferido que fuera éste a su casa. Le parecía más fino. Quería celebrar su gran éxito de artista con una sobrecena de la que se hablara mucho.
    Como el comedor era demasiado pequeño, el maitre d´hotel había puesto la mesa en el salón, una mesa en la que cabían veinticinco cubiertos, algo apretados.



Emile Zola, Nana. Editorial, Planeta. página,70 y 71. 1985, Barcelona.
Seleccionado por Pablo del Castillo Baquerizo . Segundo de bachillerato, curso 2014/2015

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