lunes, 19 de enero de 2015

D.H. Lawrence, El amante de lady Chatterley


XII

     Connie se fue al bosque directamente después de comer. Era un día hermoso. Los primeros dientes de león se abrían como soles, y las primeras margaritas eran muy blancas. La arboleda de avellanos formaba una labor de encaje con las hojas semiabiertas y la espiga perpendicular de los amentos. Las amarillas celidonias, constituía legiones, abiertas del todo y echadas hacia atrás, en un gesto de turgencia, con su esplendor amarillo. Era el amarillo, el poderoso amarillo de principios de verano. Y las anchas prímulas, henchidas de pálido abandono, se abrían en espesos macizos olvidando su timidez. El verde oscuro y exuberante de los jacintos era un mar, con los botones alzándose como pálidos granos de maíz. mientras que  en el camino se desmelenaban matas de nomeolvides y las aquileñas desplegaban sus encajes purpúreos, y aparecían cascarones azunlencos de huevo de pájaros bajo los matorrales. ¡En todas partes había yema y brotes de vida!


  Lawrence D.H., El amante de lady Chatterley, Madrid, Bibliotex, S.L., 1960 Página: 211
Seleccionado por Pablo Galindo Cano. Segundo de Bachillerato. Curso 2014-2015.

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