lunes, 19 de enero de 2015

Los cuentos de así fue, Rudyard Kipling

ASÍ FUE COMO AL LEOPARDO LE SALIERON SUS MANCHAS

   
     INICIO aquí la historia que cuenta que, en los días en que todos empezaban a vivir, mi querido niño, el leopardo habitaba un lugar llamado Alta Meseta, o la Meseta Arbustácea, ni la Meseta Baldía, sino la desnuda, caliente y brillante Alta Meseta, en la que había arena, y rocas de color arenoso, y tan amarillo de la arena. Allí vivían la jirafa, la cebra, el eland, el kudú y el búfalo; y por todas partes estaba el color arenoso amarillento parduzco; en cuanto al leopardo, ése era el más arenoso amarillento parduzco de todos..., era un especie de animal gatuno de color grisáceo amarillento que hasta en el último de sus pelos se confudía con el color exclusivamente amarillento grisáceo parduzco de la Alta Meseta*. Eso era fatal para la jirafa, la cebra y el resto de los animales, pues el leopardo se tumbaba sobre un matojo de hierbas o una piedra de color exclusivamente amarillento grisáceo parduzco, y cuando la jirafa, o la cebra, o el eland, o el kudú o el macho de los arbustos o el antílope rojizo pasaban junto a él, les podía arrebatar por sorpresa sus vidas saltarinas. ¡Vaya si lo hacía! Había, además, un etíope que llevaba arco y flechas (por aquel entonces era un hombre de color exclusivamente grisáceo parduzco amarillento), que vivía en la Alta Meseta con el leopardo; y los dos solían cazar juntos- el etíope con su arco y flechas, y el leopardo sólo con sus dientes y garras-, hasta que llegó un momento, mi querido niño, en el que la jirafa, y el eland y el kudú y el cuaga ya no sabían en qué dirección saltar. ¡De verdad que no lo sabían!


     Rudyard Kipling, Los cuentos de así fue, Madrid, Editorial Akal, S.A., Páginas 83, 84, 2002. Seleccionado por Andrea González García. Segundo de bachillerato, curso 2014-2015.

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