-"Cerca tengo la muerte funesta y no puedo evitarla, mas no quiero morir de una forma cobarde y sin gloria, sino haciendo algo grande que admiren los hombres futuros"- dijo Héctor, blandiendo la espada afilada y potente.
Se agachó para dar un gran salto como águila rauda que cae desde una nube sombría sobre la llanura y arrebata la tierna cordera o la tímida liebre; pero el Pelida Aquiles, henchido de ira, le hizo frente.
Ondeaban las crines de oro, abundantes y bellas, que Hefesto fijara en el yelmo de cuatro bollones.
Como el Véspero, el astro más bello que hay en el cielo, resplandece de noche rodeado de miles de estrellas, tal brillaba la pica que Aquiles blandía en la diestra buscando un lugar vulnerable en el cuerpo de Héctor, que cubría la armadura de bronce que vistió Patroclo.
Donde el cuello se junta a los hombros es fácil al alma perderse, le hundió a Héctor la lanza Aquiles divino, y la punta pasó el fino cuello y salió por la nuca y el héroe troyano cayó a tierra, herido de muerte.
Homero, Ilíada, http://latabernadelturco.blogspot.com/2006/07/la-muerte-de-hctor.html. Seleccionado por Cristina Perianes Calle, segundo de Bachillerato, curso 2009-2010.
No hay comentarios:
Publicar un comentario