viernes, 9 de octubre de 2015

La vuelta al mundo en ochenta días, Jules Verne.

Capítulo 18. En el que Phileas Fogg, Passepartout y Fix, cada uno por su lado, van a lo suyo.

     El tiempo fue bastante malo durante los últimos días de la travesía. Un viento muy fuerte del noroeste contrarió la marcha del paquebote, al que sometió a un fuerte balanceo que la inestabilidad del Rangoon agravaba considerablemente. Los pasajeros tuvieron motivos para guardar rencor a las grandes olas que el viento levantaba. Esas condiciones viraron a la tempestad durante las jornadas del 3 y del 4 de noviembre. La borrasca encrespó el mar con vehemencia. El Rangoon tuvo que estarse a la capa durante medio día, manteniéndose con diez vueltas de hélice solamente a fin de tomar las olas al sesgo. Se arriaron todas las velas, y aún sobraban todos esos aparejos que silbaban al paso de las ráfagas.

Jules Verne, La vuelta al mundo en ochenta días, Alianza Editorial, 1997, pág 159.
Seleccionado por Laura Agustín Críspulo. Segundo de bachillerato. 2015-2016.



Robinsón Crusoe, Daniel Defoe

Capítulo VIII, Viaje por el mar.

     En una palabra, la naturaleza y la experiencia de las cosas me enseñaron, después de la debida reflexión, que todas las cosas buenas de este mundo, sólo son buenas por el servicio que nos prestan; y que de todo lo que atesoramos para tener más, disfrutamos únicamente de lo que podemos servirnos.

   Daniel Defoe, Robinson Crusoe, Barcelona, Ediciones Planeta, 1999, pág. 117
   Seleccionado por Daniel Carrasco Carril, Segundo de Bachillerato. Curso  2015-2016.



El perfume, Patrick Süskind




   En aquella época había en París una docena de perfumistas.Seis de ellos vivían en la orilla derecha, seis en la orilla izquierda y justo en medio, en el Pont au Change, que unía la orilla derecha con la île de la Cité.En ambos lados de este puente se apiñaban hasta tal punto las casas de cuatro pisos, que al cruzarlo no se podía ver el rió y se tenia la impresión de andar por una calle normal, trazada sobre tierra firme, que era, ademas, muy elegante.De echo el Pont au Change pasaba por ser el centro comercial mas distinguido de la ciudad.En el se encontraba las tiendas mas famosas, los joyeros y ebanistas, los mejores fabricantes de pelucas y bolsos los confeccionistas de las medidas y ropa interior mas delicada, los comercios de marcos, botas de montar y bordados de carretas, los fundidores de botones de oro y los banqueros.





 Patrick Süskind, El perfume, Barcelona, Booket Seix Barral, 1985, pág 58-59.
 Seleccionado por María Alegre Trujillo, Segundo de bachillerato. Curso 2015-2016

Jane Eyre, Charlotte Brontë





¡Qué extraños son los presentimientos! Aunque también lo son las simpatías humanas, así como las señales que nos transmiten las cosas. Estos tres fenómenos combinados constituyen un misterio del que la humanidad no ha encontrado la clave todavía. Jamás me he reído de los presentimientos, porque yo misma los he tenido muy extraños. Creo que existen las simpatías (por ejemplo, entre parientes que, a pesar de no tratarse durante largos períodos, reafirman el origen común del que proceden), y sus mecanismos desafían la comprensión de cualquier mortal. Y en cuanto a las señales, cuanto sabemos sobre ellas es que bien pudieran ser el resultado de la simpatía que la naturaleza le profesa al hombre.

Charlotte Brontë, Jane Eyre, León, Editorial Everest, Versión íntegra, 2013, Pág. 356.
Seleccionado por Paola Moreno Díaz. Segundo de Bachillerato. Curso 2015-2016.

Viaje al centro de la tierra, Jules Verne


       -Ante todo- dijo mi tío-, hay que hallar la lengua de este documento cifrado. No debe ser difícil.
Al oír esto levanté vivamente la cabeza. Mi tío reanudó su soliloquio.
       -Nada más fácil. Hay en este documento ciento treinta y dos letras, con sesenta y nueve consonantes contra cincuenta y tres vocales. Ahora bien: esta es, poco más o menos, la proporción  existente en las palabras de las lenguas meridionales, en tanto que los idiomas del norte son infinitamente más ricos en consonantes. Se trata, pues, de una lengua del sur.
       Estas conclusiones eran muy justas.
       -Pero ¿cuál es esta lengua?
       Ahí es donde yo esperaba a mi sabio, en quién descubría yo un profundo analista.
-      Ese Saknussemm -continuó- era un hombre instruido. Y de noescribir en su lengua materna habría optado preferentemente por la lengua de uso corriente entre los hombres cultos del siglo XVI, es decir, el latín. Si me equivoco, probaré con el español, el francés, el italiano o el hebreo. Pero los sabios del siglo XVI escribían generalmente en latín. Tengo, pues, el derecho de decir a priori: esto es latín.

       Jules Verne, Viaje al centro de la tierra, Madrid, España, Alianza Editorial, Libro de bolsillo, 1998, pág. 37.
       Seleccionado por Lidia Rodríguez Suárez. Segundo de Bachillerato. Curso 2015-2016