-Y- dijo mi papá- estabas como imponente en un charco de sangre y no podías contestar los golpes.
-Eso era realmente lo contrario de lo que ocurría, de modo que otra vez sonreí discretamente para mis adentros, y luego saqué todo el dengo que tenía en los carmanos, y lo hice sonar sobre el mantel de colores chillones.
-Toma, papá, no es gran cosa-le dije-. Es lo que gané anoche. Pero tal vez les alcance para una piteada de whisky que se pueden tomar los dos por ahí.
-Gracias, hijo- replicó pe- Pero ahora no salimos mucho. No nos atrevemos, en vista de que las calles están muy peligrosas. Matones jóvenes, y todo eso. De cualquier modo, gracias. Mañana traeré una botella de algo.- Y pe se metió el dengo mal habido en los carmanos del pantalón, mientras ma chistaba los platos en la cocina. Yo me marché repartiendo sonrisas cariñosas.
Cuando llegué al pie de la escalera me sentí un poco sorprendido. Más todavía. Abrí la boca mostrando verdadero asombro. Habían venido a buscarme. Me esperaban junto a la pared garabateada, como ya expliqué: ve cos y chinas desnudos en una actitud severa exhibiendo la naga dignidad del trabajo, frente a las ruedas de la industria, y toda esa basura que es brotaba de las rotas, obra de los málchicos perversos. El Lerdo tenía en la mano una gruesa barra de color, y estaba dibujando slovos sucios muy grandes sobre todo el cuadro, y estallando en las risotadas del viejo Lerdo, bu ju ju, mientras escribía. Pero se volvió cuando Georgie y Pete me saludaron, mostrándome los subos drugos y brillantes, y trompeteó:
-Ya está aquí, ya ha venido, hurrah- e hizo una torpe pirueta que quería ser un paso de baile.
Anthony Burgess, La naranja mecánica, www.rodriguezalvarez.com/novelas/pdfs/Burgess,%20Anthony%20"A%20Clokwork%20Orange"-Xx-En-Sp.pdf
Seleccionado por Clara Fuentes Gomez. Segundo de Bachillerato. Curso 2015-2016.