viernes, 4 de diciembre de 2015

El corazón de las tinieblas J.Conrad


    Todo aquello era grandioso,
esperanzador,  mudo,  mientras  aquel  hombre  charlaba  banalmente
sobre  sí  mismo.  Me  pregunté  si  la  quietud  del  rostro  de  aquella
inmensidad que nos contemplaba a ambos significaba un buen presagio
o  una  amenaza.  ¿Qué  éramos  nosotros,  extraviados  en  aquel  lugar?
¿Podíamos dominar aquella cosa muda, o sería ella la que nos manejaría
a nosotros? Percibí cuán grande, cuán inmensamente grande era aquella
cosa que no podía hablar, y que tal vez también fuera sorda. ¿Qué había
allí? Sabía que parte del marfil llegaba de allí y había oído decir que el
señor Kurtz estaba allí. Había oído ya bastante. ¡Dios es testigo! Pero sin
embargo aquello no producía en mí ninguna imagen; igual que si me
hubiesen dicho que un ángel o un demonio vivían allí. Creía en aquello
de la misma manera  en que  cualquiera de  vosotros podría  creer que
existen habitantes en el planeta Marte.

 Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas, http://mural.uv.es/deladel/El%20corazon%20de%20las%20tinieblas.pdf
Seleccionado por Daniel Carrasco Carril, segundo de bachillerato,curso 2015/2016

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