jueves, 23 de marzo de 2017

Las aventuras de Tom Sawyer, Mark Twain

Capítulo 3
       
       Tom se presentó ante su tía Polly, que estaba sentada junto a una ventana abierta en una agradable habitación trasera, que servía a la vez de dormitorio, cuarto de desayuno, comedor y biblioteca. El suave aire estival, el silencio tranquilizador, el aroma de las flores y el zumbido soñoliento de las abejas habían obrado su efecto, y la anciana daba cabezadas sobre su labor de punto... porque no tenía más compañía que el gato y éste se había dormido en su regazo. Tenía las gafas muy colocadas en lo alto de la cabeza encanecida para mayor seguridad. Había dado por supuesto que Tom había desertado del trabajo desde hacía mucho tiempo, y se quedó maravillada al ver cómo se ponía de nuevo en su poder de forma tan rápida. Le dijo:
       - ¿Puedo ir a jugar ahora, tía?
       - ¿Qué? ¿Tan pronto? ¿Hasta dónde has pintado?
       - Lo he terminado todo, tía.
       - Tom, no me mientas, no puedo soportarlo.
       - No miento, tía; está todo terminado.
       La tía Polly se fiaba poco de tal testimonio. Salió para verlo con sus propios ojos y se hibiera dado satisfecha con que un veinte por ciento de la declaración de Tom fuera verdad. Así que cuando vio que toda la valla estaba encalada, y no solo encalada, sino primorosamente cubierta y cubierta de manos de pintura, e incluso con una raya añadida en el suelo, su asombro fue inexpresable. 


       Mark Twain, Las Aventuras de Tom Sawyer. Madrid, Anaya. Laurin, primera edición, 1984. Página 25-26.
       Seleccionado por Andrea Alejo Sánchez. Primero de bachillerato, curso 2016-2017.

Trópico de Cancer, Miller


     Necesitaba algo para reconciliarme conmigo mismo. Anoche lo descubrí: Papini. No me importa que sea un patriotero, un beato o un pedante miope...
     !Los libros que había leído... a los dieciocho años! No sólo Homero, Dante, Goethe, no sólo Aristóteles, Platón, Epicteto, no sólo Rabelais, Cervantes, Swift, no sólo Walt Whitman, Edgar Allan Poe, Baudelaire, Villon, Carducci, Manzoni, Lope de Vega, no sólo  Nietzsche, Schopenhauer, Kant, Hegel, Darwin, Spencer, Huxley... no sólo eso, sino también todos los autores menores entre ellos. Eso en la pagina 18. Alors, en la página 232 se derrumba y confiesa. No sé nada, reconoce. Conozco los títulos, he calumniado y difamado... Puedo hablar durante cinco minutos, o durante cinco días, pero después me agoto, quedo exprimido y seco.
     Esto es lo que sigue: <     >> Un alemán enjuto como un mono quiere que traduzca sus obras. Una muchacha rusa de ojos visionarios quiere que escriba una relación de mi vida para ella. Una dama americana quiere saber las noticias mas frescas sobre mí. Un caballero americano está dispuesto a enviar su coche para llevarme a comer: sólo una charla íntima, confidencia, ¿sabe usted? Un antiguo compañero de estudios y camarada, de hace diez años, quiere que le lea todo lo que escribo tan pronto como lo haya escrito., Un amigo pintor que conozco pretende que pose para él por horas. Un periodista quiere mi dirección actual. Un conocido, místico él, pregunta por el estado de mi alma; otro, más práctico, por el estado de mis finanzas. ¡El presidente de mi club se pregunta si daré una charla a los muchachos! Una dama, de inclinaciones espiritistas, confía en que vaya a su casa a tomar el té lo mas frecuentemente posible. Quiere saber mi opinión sobre Jesucristo y... ¿que pienso de esa nueva médium? >>!Diós¡ ¿En qué me he convertido? ¿Que derecho tenéis, todos vosotros, a entorpecer mi vida, a chupar mis pensamientos, a considerarme vuestro compañero, confidente y oficina de información? ¿Por quien me tomáis? ¿Acaso soy un animador a sueldo a quien exigen cada mañana que presente una farsa intelectual ante vuestras estúpidas narices?...




       Miller, Trópico de Cancer. Barcelona. RBA Coleccionables, S.A., Edicion: 1995. Pag 64.
       Seleccionado por Javier Arjona Piñol. Primero de bachillerato, curso 2016-2017.

Los caballeros, Aristófanes

     Brock cree encontrar un apoyo a su teoría de la doble trama en los vv. 1254-1256 en los que tras una ausencia de 75 versos reaparece para decir adiós al Morcillero y recordarle que es a él a quien debe su éxito político y pedirle el fabor de que se le conceda ser el escribano que firme sus decretos judiciales, como Fano lo fue del Paflagonio. Pero, aparte de la rareza de esta reaparición repentina del siervo primera de la escena, después de su larguísima ausencia, la implícita pregunta sobre su identidad que le hace Demos nada más terminar el parlamento, al pedirle que le diga su nombre, resulta incomprensible tratándose de un esclavo suyo, que a mayor abundamiento pronuncia sus palabras, como supone Sommerstein, asomándose a la ventana de su propia casa. Según nos imaginamos la escena, el v. 1253 corresponde al Corifeo y los vv. 1254-1256 al Morcillero, como propone Marzullo y parece lo más lógico.
     En resumen, no convence ese principio de estructuración que Brock intenta encontrar en nuestra comedia, ni su valoración de ésta como una de las "most sophisticated works" de Aristófanes.


Aristófanes,Los Caballeros. Madrid. Biblioteca Clásica Gredos. Pag 135
Seleccionado por David Francisco Blanco. Primero de bachillerato, curso 2016-2017.