lunes, 28 de septiembre de 2015

Eugenia Grandet, H. de Balzac

       Una vez vuelto de las Indias, Carlos ya es rico y le escribe esta carta a su prima.
       "Mi querida prima: sabrá usted con gusto, según creo, el éxito de mis empresas. Me disteis suerte, he vuelto rico y he seguido los consejos de mi tío, cuya muerte y la de mi tía acaba de notificarme el señor Grassins. La muerte de los padres es cosa natural y nosotros debemos sucederles. Espero que estará usted ya consolada. Nadie resiste al tiempo, lo he experimentado. Sí, mi querida prima, desgraciadamente para mí partida, el motivo de las ilusiones ha pasado. ¿Qué quiere decir usted? Viajando a través de numerosos países, he reflexionado sobre la vida. De niño, que era a mi partida, he vuelto hombre a mi retorno. Hoy pienso en otras cosas de las que pensaba entonces. Usted es libre, prima, y yo soy libre todavía; nada impide, al parecer, la realización de nuestros pequeños proyectos; pero tengo demasiada lealtad de carácter para ocultaros la situación de mis negocios. No he olvidado que no me pertenezco; he recordado siempre, en mis largas travesías, el banquito de madera [...]"
         Eugenia se levantó como si estuviera sobre carbones en ascuas y fue a sentarse a uno de los escalones del corral.
         "... el banquito de madera donde nos juramos querernos siempre, el pasillo, la sala gris, mi cuarto en el camarote donde me hizo usted con delicadeza mi porvenir más fácil. Sí,estos  recuerdos han sostenido mi ánimo y me he dicho que usted pensaba en mí siempre, como yo pensaba a menudo en usted a la hora convenida entre nosotros. [...] No quiero una amistad sagrada para mí; no, no debo engañaros. Se trata en este momento, para mí, de una alianza que satisface a todas las ideas que me he formado sobre el matrimonio. El amor en el matrimonio es una quimera. Hoy me dice mi experiencia que hay que obedecer a las leyes sociales, y reunir al casarse todas las conveniencias que exige el mundo. Ahora bien, ya entre nosotros se halla una diferencia de edad que acaso influirá más sobre vuestro porvenir, mi querida prima, costumbres, ni de vuestra educación, ni de vuestros hábitos, que de ningún modo están en relación con la vida de París y no encajarían sin duda con mis proyectos ulteriores. Entra en mis planes sostener una casa a todo tren, recibir mucha gente, y creo recordar que os gusta la vida dulce y tranquila. No, seré más franco, y  quiero haceros árbitro de mi situación; tenéis derecho a conocerla y a juzgarla. Hoy poseo ochenta mil libras de renta. Esta fortuna me permite unirme a la familia d´Aubrión, cuya heredera, joven de diez y nueve años, aporta el matrimonio su nombre, un título, la plaza de gentilhombre de cámara honorario de Su Majestad y una de las posiciones más brillantes. Os he de confesar, querida prima, que no quiero nada a la señorita d´Aubrión; pero, por su alianza aseguro a mis hijos una posición social cuyas ventajas serán incalculables algún día [...]
             Vuestro primo Carlos"


H. de Balzac, Eugenia Grandet, Madrid, Editorial Anaya, Pág.118
Selecionado por Coral García Domínguez. Primero de bachillerato, Curso 2015-2016