lunes, 27 de octubre de 2014

Las flores del mal, Charles Baudelaire




XLI
TODA ENTERA

Ha venido el Demonio a mi buhardilla
esta mañana para hablar conmigo,
y procurando sorprenderme en falta
me ha dicho: Yo quisiera preguntarte,

de entre todas sus grandes hermosuras 
que forman el hechizo que posee,
de entre las cosas negras o rosadas 
que componen su cuerpo delicioso,

¿cuál es la que prefieres? ¡Oh, alma mía,
 así le respondiste al Maldito:
Puesto que en ella todo me es un bálsamo,
 no tengo preferencia entre lo suyo.

Si todo me enajena, ya no sé
si algún encanto suyo me seduce.
Es un deslumbramiento como el Alba
y consuela lo mismo que la Noche;

demasiado exquisita es la armonía
 que rige la belleza de su cuerpo
para que pueda el impotente análisis
reflejar sus acordes infinitos.
¡Metamórfosis mística de todos
mis sentidos que en uno se confunden!
¡Su aliento engendra música en el aire
 como su voz se trueca en el perfume!



       Charles Baudelaire, Las flores del malBarcelona, Planeta, 1984, página 59. 
       Seleccionado por Guillermo Arjona Fernández. Segundo de bachillerato. Curso 2014-2015.


                            

                                        

Los cuentos de así fue, Rudyard Kipling



COMO SE ESCRIBIÓ LA PRIMERA CARTA


   Y es que era verdad que estaban todos. En primera fila iban Teshumai Tewindrow y las señoras neolíticas, sujetando con fuerza al extranjero, que llevaba el pelo lleno de barro (aunque era un tewara). Detrás iban el jefe supremo, el vice-jefe los jefes suplente y ayudante ( armados todos hasta los dientes), los atamanes y jefes de centurias, los pelotoneros con sus pelotones y los dolmanes con sus destacamentos; las filas de atrás las ocupaban negrusos, woones y akhondes ( armados también hasta los dientes). Detrás iba la tribu en orden jerárquico, desde los dueños de cuatro cuevas ( una por cada estación) un corral de reno y dos saltos de agua frecuentados por salmones, hasta los villanos de mandíbula interior sobresaliente sometidos a un señor, con derecho tácito a media piel de oso en las noches de invierno, y eso solo a siete metros del fuego; y finalmente los siervos de la tierra que, como tributo, por todo animal que mataban debían entregar al señor el espinazo roído. Allí estaban todos, dando cabriolas, gritando y asustando a todos los peces que había en veinte kilómetros, lo que Tegumai les agradeció con un fluido discurso neolítico.

Rudyard Kipling, Los cuentos de así fue, Móstoles (Madrid), Akal Literaturas, 2002,página 142.
Seleccionado por: Pablo Galindo Cano. Segundo de bachillerato. Curso 2014-2015.

Moby Dick, Herman Melville

                                            CAPÍTULO XLV
                                            El testimonio


     Para lo que pueda tener de novela este libro, y, desde luego, en cuanto se refiere indirectamente a una o dos curiosas e interesantes particularidades de las costumbres de los cachalotes, el capítulo precedente, en su parte inicial, es tan importante como cualquier otro que se encuentre en este volumen, pero su materia básica requiere todavía que nos extendamos y nos familiaricemos máscon ella, para que se entienda adecuadamente, y además para eliminar cualquier incredulidad que la profunda ignorancia de todo el asunto pueda producir en algunas mentes, en cuanto a la verdad natural de los principales puntos de esta cuestión.
     No me imorta ser meticuloso en la realización de esta partede mi tarea, pero me contentaré con producir la impresión deseada mediante citas separadas e partidas que, como ballenero, sé que son reales y fidedignas; y de esas citas, entiendo que se seguirá naturalmente y por sí misma la conclusión a que apunto con mi intención.



                             



Herman Melville, Moby dick. Editorial Planeta. página,245. 1, Barcelona.
Seleccionado por Pablo del Castillo Baquerizo . Segundo de bachillerato, curso 2014/2015

El fantasma de Canterville y otros cuentos

                                                                       El mejor amigo

     Una mañana la vieja rata de agua asomó la cabeza por su agujero. Tenía ojillos brillantes, vivarachis, y tiesos bigotes grises,y la cola era como un trozo largo de negra goma de borrar. Los patios nadaban por el estanque , con todo el aire de una nidada de canarios amarillos , y su madre , toda blanca y con patas muy rohas , intentaba enseñarles cómo estar cabeza abajo en el agua.
     -Nunca entraréis en la alta sociedad si no sabéis estar cabeza abajo -les repetía.
     Y de vez en cuando les enseñaba cómo se hacía. Pero los patitos no le prestaban la menor atención : eran tan pequeños que aún no tenían ni idea de lo importante que es entrar en sociedad.
     -¡Qué  niños más desobedientes!-exclamó la vieja rata de agua-;merecerían ahogarse.
     Nada de eso-arguyó la pata-; todo el mundo ha de empezar por el principio , y la paciencia paterna nunca es demasiada.
     -¡Ah , yo no sé lo que sienten los padres!-dijo la rata-:no tengo familia. La verdad es que no me he casado, ni tengo intención de hacerlo. A su manera el amor está muy bien , pero la amistad es más perfecta . En realidad no sé nada en el mundo que sea más noble nu más preciado que un amigo fiel.





Oscar Wilde, El fantasma de Canterville y otros cuentos, Barcelona, Vicens Vives. Seleccionado por Lucía Pintor del Mazo. Segundo de bachillerato. Curso 2014/2015



Aventuras de Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll

CAPÍTULO III: UNA CARRERA DE COMITÉ Y UN CUENTO CON COLA.

     Por último el ratón, que parecía ser una persona con cierta autoridad entre ellos, dijo en voz alta: <<¡ Sentaos todos, y escuchadme! ¡Yo haré que os sequéis de sobra! >>. Se sentaron todos al punto, formando un gran corro con el Ratón en medio. Alicia tenía la mirada ansiosamente fija en él, ya que estaba convencida de que iba a coger un buen resfriado si no se secaba enseguida.
     -¡Ejem!- dijo el Ratón con aire de importancia-. ¿Estáis preparados? Pues esto es lo más seco que conozco. ¡Silencio todos, por favor!: << Guillermo el Conquistador, cuya causa contaba con el favor del papa, fue pronto acatado por los ingleses, que estaban necesitados de un dirigente, y últimamente muy acostumbrados a la usurpación y a la conquista. Eduino y Morcaro, condes de Mercia y de Northumbria...>>*
     -¡Uf!- dijo el Lori con un escalofrío 
     -¡Perdón!- dijo el Ratón-. ¿Decías algo?
     -¡No, no!- se apresuró a decir el Lori.
     -Pues me lo había parecido- dijo el Ratón. Y continuó-: << Eduino y Morcaro, condes de Mercia y Northumbria, se declararon en favor suyo; y hasta Stigandio, el patriótico arzobispo de Canterbury, lo encontró aconsejable...>>.
     -Encontró ¿el qué?- dijo el Pato.
     - El <>- replicó el Ratón bastante molesto-; naturalmente, sabes que significa <>.
     - Sé de sobra qué significa <> cuando encuentro una cosa- dijo el Pato-; por lo general, se trata de una rana o de una lombriz. La cuestión aquí es: ¿Qué encontró el arzobispo?*
     El Ratón no se dio por enterado de la cuestión, sino que prosiguió apresuradamente: <<... Lo encontró aconsejable, decidiendo ir con Edgar Atheling al encuentro con Guillermo y ofrecerle la corona.




Lewis Carroll, aventuras de Alicia en el país de las maravillas, Madrid, Ediciones akal, S.A., 2005, páginas 108, 109. Seleccionado por Andrea González García. Segundo de bachillerato. Curso 2014-2015.

El mago de Oz, L. Frank Baum


CAPÍTULO 3: De cómo Dorothy salvó al Espantapájaros


     -Buenos días -dijo el Espantapájaros, con una voz algo ronca.
     -¿Has hablado? -preguntó Dorothy amablemente-. ¿Cómo estás tú?
     -No me siento bien -dijo el Espantapájaros con una sonrisa-, ya que es muy aburrido estar colgado aquí día y noche para espantar a los cuervos.
     -¿No puedes bajarte? -preguntó Dorothy.
   -No, porque tengo esta estaca metida por la espalda. Si tú pudieras sacármela, te quedaría muy agradecido.
     Dorothy alargó ambos brazos y alzó la figura de la estaca, ya que, como estaba rellena de paja, era bastante liviana.
     -Muchísimas gracias -dijo el Espantapájaros, cuando Dorothy lo depositó en el suelo-. Me siento como un hombre nuevo.




L. Frank Baum, El mago de Oz, Madrid, ed. Alianza, página 29.
Seleccionado por Laura Tomé Pantrigo. Segundo de bachillerato. Curso 2014/2015







El tambor de hojalata, Günter Grass.

LA TRIBUNA


       Al romper con mi canto los vidrios de las ventanas del foyer del Teatro Municipal, buscaba yo y establecí por vez primera contacto con el arte escénico. A pesar de los apremiantes requerimientos del vendedor de juguetes Markus, mamá hubo sin duda de darse cuenta aquella tarde de la relación directa que me unía al teatro, porque es el caso que, al aproximarse la Navidad sigue, compró cuatro entradas, para ella, para Esteban y Marga Bronski y también para Óscar, y el último domingo de Adviento nos llevó a los tres a la función infantil. Estábamos en primera fila de la segunda galería. La soberbia araña, colgando sobre la platea, daba lo mejor de sí. Celebré no haberla hecho polvo con mi canto desde la Torre de la Ciudad.



       Günter Grass, El tambor de hojalata, Editorial, Santillana Ediciones Generales, S.L. página, 141
       Seleccionado por Alejandro López Sánchez. Segundo de Bachillerato. Curso 2014/2015






Canción de Navidad, Charles Dickens



Segunda estrofa: El primero de los tres espíritus.


          Cuando Scrooge despertó, había tal oscuridad que, al mirar desde la cama, apenas pudo distinguir la transparente ventana de los opacos muros de su dormitorio. Estaba esforzándose en traspasar las tinieblas con sus ojos de hurón cuando el repique de las campanas de una iglesia vecina dio los cuatro cuartos.Así que estuvo atento a que sonase la hora.
       Para  su mayor sorpresa, las campanadas graves pasaron de las seis a las siete, y de las siete a las ocho, y así, regularmente, hasta las doce; y entonces se detuvieron.¡Las doce! Eran  más de las dos cuando él se había ido a la cama. El reloj estaba equivocado. Algún carámbano de hielo debía haber caído dentro  de la maquinaria.¡Las doce!
         Tocó el resorte de su reloj de recepción, para poner en hora tan absurdo objeto. Sus rápidas  suevas pulsaciones dieron las doce; y luego se detuvo
        ¡Cómo! No es posible - se dijo Scrooge- que haya estado durmiendo un día entero hasta bien entrada la noche. ¡No es posible que algo le haya sucedido al sol y que ahora sean las doce del mediodía!


Charles Dickens, Canción de Navidad, Madrid, Alianza Editorial,,2001,página 40. 
Seleccionado por Guillermo Arjona Fernández. Segundo de Bachillerato , curso 2014-2015.

Aventuras de Robinsón Crusoe, Daniel Defoe

                                                 Capítulo VII


     Comencé a observar el movimiento regulaar de cada estación lluviosa o seca, y aprendí a preverlas y a tomar las precauciones necesarias; pero ese estudio me costó caro, y lo que voy a referir es una de las experiencias que me desanimó más. He dicho ya que había conservado un poco de cebada y arroz que había crecido de un modo casi milagroso; poco más o menos, tendría unas treinta espigas de arroz y unas veinte de cebada. Creí que pasada la estación de las lluvias sería el momento propicio para sembrar, entrando el Sol en el solsticio de verano y alejándose de mí.
     Cavé, pues, del mejor modo que pude y supe con mi azadón de madera un trozo de tierra, en la cual hice dos divisiones, y empecé a sembrar el grano. Afortunadamente, en medio de la operación se me ocurrió que sería conveniente no sembrarlo todo la primera vez, pues ignoraba cuál fuera etación más propia para la siembra; no aventuré, pues, más que las dos terceras partes de mi grano, reservando poco más de un puñado de cada especie.





Daniel Defoe, Aventuras de Robinsón Crusoe. Editorial Espasa-Calpe. página,98. 1981, Madrid.
Seleccionado por Pablo del Castillo Baquerizo . Segundo de bachillerato, curso 2014/2015

La llamada de lo salvaje, Jack London

Capítulo 2: La ley del garrote y el colmillo.

     El primer día que Buck pasó en la playa de Dyea fue como una pesadilla. Cada hora estuvo repleta de sorpresas y sobresaltos. Lo habían extirpado del corazón de la civilización para precipitarlo al de las cosas primitivas. Su vida ya no era ociosa ni bañada por las caricias del sol, sin nada mejor que hacer que holgazanear y aburrirse. Allí no había paz, ni descanso, ni una mínima seguridad. Todo era confusión y actividad y, a cada instante, la propia vida o algún miembro del cuerpo corrían peligro. Había una necesidad imperiosa de estar en permanente alerta, pues aquellos perros y aquellos hombres no estaban civilizados. Eran salvajes que no conocían más ley que la del garrote y el colmillo.
     Nunca había visto perros que peleasen como lo hacían aquellas fieras lobunas, y en su primera experiencia le enseñó una lección inolvidable. En realidad, se trató de una experiencia ajena, pues, de lo contrario, no hubiera vivido para beneficiarse de ella.

Jack London, La llamada de lo salvaje, Barcelona, Vincens Vives, 1988, página 24.
Seleccionado por Alain Presentación Muñoz. Segundo de Bachillerato. Curso 2014/15.

Relato de Arthur Gordon Pym, Edgar Allan Poe

                                     Capítulo V


     Después que el cocinero se hubo marchado del castillo de proa, Augusto se entregó durante algunos minutos a la desesperación, sin esperanza de salir vivo de la litera. Tomó entonces la resolución de comunicar mi situación al primer hombre que bajase, pensando que era preferible dejarme correr mi suerte con los amotinados a que muriese de sed en la cala, oues hacía diez días que estaba allí prisionero, y mi cántaro de agua no representaba una provisión abundante ni para cuatro. Cuando reflexionaba sobre esto, se le ocurrió de pronto la idea de que podria quizá comunicar conmigo utilizando la cala principal. En otras circunstancias, la dificultad y los azares de la empresa le hubieran impedido intentarla; pero ahora no tenía él, en todo caso, más que escasas probabilidades de vida, y por consiguiente, poco que perder; empeñó, pues, toda su inteligencia en la tarea.





Edgar Allan Poe, Relato de Arthur Gordon Pym. Editorial, Planeta. página 51. 1987, Barcelona.
Seleccionado por Pablo del Castillo Baquerizo . Segundo de bachillerato, curso 2014/2015