jueves, 2 de marzo de 2017

Don Carlos, Friedrich von Schiller



ACTO CUARTO

ESCENA VI

Marqués (se queda mirándole asombrado). ¿Es posible? ¿Es posible? ¿Entonces, no le había conocido? ¿ No del todo? ¿ Se me había escapado, de verdad, ese pliegue de su corazón ? ¡ Desconfianza haca su amigo! ¡No! ¡ Sería una calumnia!... ¿ Qué me ha hecho para que acuse de la más débil de las debilidades? Y o mismo soy lo que le reprocho... Que le sorprenda... Sí ,puede ser, eso lo que creo de buen grado. ¿ Cuándo habría podido esperar de su amigo esa extraña cerrazón?... ¡Y también que le cause dolor! No puedo ahorrártelo , Carlos, y aún tengo que atormentar más a tu buena alma. El rey ha dado fe al recipiente en el que ha puesto su secreto sagrado, y la fe exige gratitud.¿ De qué servirá la locuacidad, si mi silencio no te causa algún dolor para evitarte quizá otro? ¿ Por qué mostrarle al que duerme los nubarrones de la tormenta que se ciernen sobre su cabeza?... Basta con que los haga pasar silenciosamente a tu lado y que cuando despiertes el cielo esté claro?. 



Friedrich von Schiller, Don Carlos, RBA Coleccionables, S.A. Barcelona 1994, edición planeta S.A. Página 110.
Seleccionado por Andrea Martín Bonifacio, primero de bachillerato, curso 2016/2017.

Tragedias Completas, Esquilo


     CORO. Lo mutiló, para que lo sepas. Obró, al sepultarlo así, anhelosa de proporcionar a tu existencia un destino insoportable. Ya oyes los tratamientos ignominiosos infligidos a tu padre.
    ELECTRA. Hablas del destino paterno. Pero yo era apartada, humillada, por nada tenida.Recluida en mi habitación como perra perniciosa, las lágrimas mas prontas que la risa brotaban de mis ojos, vertiendo ocultamente infinitos llantos y gemidos. Oyendo esto grábalo en tu memoria.
     CORO. Grábalo y por tus oídos deja penetrar una palabra al fondo tranquilo de tu corazón. El pasado es así; el futuro, que tu cólera te lo enseñe. Conviene lanzarse al combate con un ímpetu indomable.
     ORESTES. A ti te lo digo, padre: acude en socorro de los tuyos.
     ELECTRA. Y yo tambien te invoco, derramando lágrimas.
     CORO. Y nosotros, con grito concorde, hacemos eco a tus llamadas. Óyenos, regresa a la luz, sé nuestro aliado contra los enemigos.
     ORESTES. Ares luchará contra Ares, la Justicia contra la Justicia.
 


       Tragedias Completas, Esquilo. Barcelona. Planeta S.A. , Edicion: 1995, Pag 199.
       Seleccionado por Javier Arjona Piñol. Primero de bachillerato, curso 2016-2017.

Apología-Flórida, Apuleyo



        Al leer la carta de Prudentila han presentado un cargo más contra mí, a propósito de la fabricación de cierta estatuilla.
   Afirman que yo encargué que se hiciera con el mayor secreto, de una madera rarísima, para destinarla a maleficios mágicos y que, a pesar de que es repulsiva y horrible, ya que tiene forma de esqueleto, le tributo un culto ferviente y la invoco con el nombre griego de basiléus. Si no me engaño, puedo seguir con precisión todos sus pasos y, cogiendo uno por uno los hilos, descubrir toda la trama de esta calumnia.
       ¿Cómo puede haber sido secreta la fabricación de la estatuilla que decís, si conocéis al artista que la ha realizado hasta tal punto de que le habéis hecho comparecer ante este tribunal? Aquí tenéis, en efecto, a Cornelio Saturnino, artista elogiado entre sus colegas por su pericia y persona de reconocida honradez. Al responder hace poco al minucioso interrogatorio, al que tú, Máximo, lo has sometido, ha contado con detalle todo el proceso de lo sucedido, ajustándose a la verdad del modo más fidedigno. Ha manifestado que yo, como hubiese visto en su taller, muchas figuras geométricas de madera de boj, de elegante y artística factura, seducido por su arte, le había pedido que me fabricase ciertos artilugios y que, al mismo tiempo, me esculpiese una imagen de una divinidad, ante la que pudiera hacer mis devociones habituales, utilizando cualquier material, con tal que fuese de madera.















Apuleyo, Apología Flórida, Binlioteca básica Gredos, Editorial Gredos, página 113.
Seleccionado por: Marta Talaván González, primero de bachillerato, Curso 2016/2017.

Fedra, Racine

ACTO PRIMERO

ESCENA PRIMERA: FEDRA, ENONE

ARICIA
¡Ah! Que aparten de mí todos esos honores.
Importuna, ¿pretendes desear que me vean?
¿Con qué vas a calmar la inquietud de mi espíritu?
Es mejor que me escondas, que ya he hablado en exceso.
Mi pasión se ha atrevido a mostrarse a la luz.
Lo que he dicho jamás nadie oírlo debiera.
¡Cielos, cómo me oía! ¡Y con cuántos rodeos
rehuía insensible mis radiantes palabras!
¡Solamente deseaba retirarse cuanto antes!
¡Mi vergüenza crecía junto con su sonrojo!
¡Oh! ¿Por qué has estorbado mi funesto propósito?
¡Ay de í! Al dirigir a mi pecho su espada,
¿se ha turbado por mí? ¿Me impedía la muerte?
Una vez que mi mano ya se la hubiese tocado,
la ha hecho impura a sus ojos inhumanos y fríos;
y el acero infeliz profana sus manos

ENONE
Pero en vuestra desdicha no pensáis más que en quejas
y así aumenta ese fuego que tenéis que apagar.
¿No sería más digno de la estirpe de Minos
procuraros la calma con afanes más nobles?
¿Si un amante es ingrato, recurrir a la huida 
y reinar empuñando del Estado las riendas?
FEDRA

¡Yo reinar! ¡Yo tener de un Estado el imperio
si mi débil razón ya no reina en mí misma!
¡Si renuncio a regir a mis propios destinos!
¡Yo que apenas aliento bajo yugos infames!
¡Yo que muero!

ENONE

Alejaos.

FEDRA

No le puedo dejar.

ENONA

¿Vos le hicisteis proscrito y os osáis evitarle?

FEDRA

Eso ya es tarde. Conoce mi pasión insensata.
Del austero pudor he pasado los límites.
He mostrado mi mal a sus ojos triunfales,
y a pesar mío había esperanzas en mí.
Y tú misma por darme algún ánimo al ver
que la vida tenía indecisa en los labios,
con palabras de halago nuevo aliento me diste.
¿No dejaste entrever que yo amarle podía?

ENONE

¡Ay, de vuestras desdichas inocente o culpable, 
por salvaros capaz me sentía de todo!
Mas si ha habido una ofensa que os pudiese doler,
¿de un soberbio podéis olvidar el desdén?
¡Con qué crueles miradas su obstinado rigor
os dejaba a sus pies prosternada y vencida!
¡Oh, qué odioso le hacía ese orgullo indomable!
¡Oh, si hubiese podido Fedra verle cual yo!







Racine, Fedra, Barcelona, 1994, Editorial Planeta, páginas 122-123.
 Seleccionado por Andrea Sánchez Clemente. Primero de Bachillerato. Curso 2016/2017


Aventuras de Tom Sawyer, Twain

CAPÍTULO XVI
       Después del almuerzo, toda la cuadrilla se fue a buscar huevos de tortuga en la barra. Iban metiendo palos en la arena y, cuando encontraban un sitio blando, se ponían de rodillas y escarbaban con las manos. A veces cincuenta o sesenta huevos de un agujero. Eran cosas blancas perfectamente redondas, un poco más pequeñas que una nuez. Esta noche celebraron un alegre banquete de huevos fritos y otro el viernes por la mañana. Después del desayuno se fueron a gritar y a saltar afuera, en la barra, y se perseguían unos a otros en derredor, despojándose de sus vestidos mientras andaban, hasta que quedaron desnudos, y luego continuaron los saltos hasta que alcanzaron el agua poco profunda de la barra, contra la fuerte corriente, que les hacía tropezar de vez en cuando e incrementaba mucho el entretenimiento. Y a veces, agrupados, se salpicaban agua en la cara con la palma de la mano, acercándose poco a poco uno a otro, volviendo la cara para evitar el remojo, agarrándose finalmente y luchando hasta que el mejor sumergía a su contrincante, y luego todos se hundían en una mezcolanza de piernas y brazos blancos y subían a la superficie soplando, escupiendo, riendo y haciendo esfuerzos para respirar al mismo tiempo.


Twain, Aventuras de Tom Sawyer, Barcelona, Editorial Bruguera S. A., 1994, Página 130.
     Seleccionado por Gustavo Velasco Yavita, Primero de bachillerato. Curso 2016-2017

Trópico de Cáncer, Henry Miller



     Parece que mi vida en Villa Borghese ha acabado. Bien, cogeré estas páginas y me largaré. Siempre pasan cosas. Parece que dondequiera que voy hay un drama. Las personas son como los piojos: se te meten bajo la piel y se entierran en ella. Te rascas y te rascas hasta hacerte sangre, pero no puedes despiojarte permanentemente. Dondequiera que voy las personas están echando a perder sus vidas. Cada cual tiene su tragedia privada. La lleva ya en la sangre: infortunio, hastío, aflicción, suicidio. La atmósfera está saturada de desastre, frustración, futilidad. Rascarse y rascarse... hasta que no quede piel. No obstante, el efecto que me produce es estimulante. En lugar de desanimarme, o deprimirme, disfruto. Pido a gritos cada vez más desastres, calamidades mayores, fracasos más rotundos. Quiero que el mundo entero se descentre, que todo el mundo se rasque hasta morir.






Henry Miller, Trópico de Cáncer, Editorial RBA, publicado en Barcelona en 1995, página 17.
Seleccionado por: Marta Talaván González, primero de bachillerato, curso 2016/2017.