jueves, 2 de marzo de 2017

Fedra, Racine

ACTO PRIMERO

ESCENA PRIMERA: FEDRA, ENONE

ARICIA
¡Ah! Que aparten de mí todos esos honores.
Importuna, ¿pretendes desear que me vean?
¿Con qué vas a calmar la inquietud de mi espíritu?
Es mejor que me escondas, que ya he hablado en exceso.
Mi pasión se ha atrevido a mostrarse a la luz.
Lo que he dicho jamás nadie oírlo debiera.
¡Cielos, cómo me oía! ¡Y con cuántos rodeos
rehuía insensible mis radiantes palabras!
¡Solamente deseaba retirarse cuanto antes!
¡Mi vergüenza crecía junto con su sonrojo!
¡Oh! ¿Por qué has estorbado mi funesto propósito?
¡Ay de í! Al dirigir a mi pecho su espada,
¿se ha turbado por mí? ¿Me impedía la muerte?
Una vez que mi mano ya se la hubiese tocado,
la ha hecho impura a sus ojos inhumanos y fríos;
y el acero infeliz profana sus manos

ENONE
Pero en vuestra desdicha no pensáis más que en quejas
y así aumenta ese fuego que tenéis que apagar.
¿No sería más digno de la estirpe de Minos
procuraros la calma con afanes más nobles?
¿Si un amante es ingrato, recurrir a la huida 
y reinar empuñando del Estado las riendas?
FEDRA

¡Yo reinar! ¡Yo tener de un Estado el imperio
si mi débil razón ya no reina en mí misma!
¡Si renuncio a regir a mis propios destinos!
¡Yo que apenas aliento bajo yugos infames!
¡Yo que muero!

ENONE

Alejaos.

FEDRA

No le puedo dejar.

ENONA

¿Vos le hicisteis proscrito y os osáis evitarle?

FEDRA

Eso ya es tarde. Conoce mi pasión insensata.
Del austero pudor he pasado los límites.
He mostrado mi mal a sus ojos triunfales,
y a pesar mío había esperanzas en mí.
Y tú misma por darme algún ánimo al ver
que la vida tenía indecisa en los labios,
con palabras de halago nuevo aliento me diste.
¿No dejaste entrever que yo amarle podía?

ENONE

¡Ay, de vuestras desdichas inocente o culpable, 
por salvaros capaz me sentía de todo!
Mas si ha habido una ofensa que os pudiese doler,
¿de un soberbio podéis olvidar el desdén?
¡Con qué crueles miradas su obstinado rigor
os dejaba a sus pies prosternada y vencida!
¡Oh, qué odioso le hacía ese orgullo indomable!
¡Oh, si hubiese podido Fedra verle cual yo!







Racine, Fedra, Barcelona, 1994, Editorial Planeta, páginas 122-123.
 Seleccionado por Andrea Sánchez Clemente. Primero de Bachillerato. Curso 2016/2017


No hay comentarios:

Publicar un comentario