lunes, 6 de octubre de 2014

Las flores del mal, Charles Baudelaire

Correspondencias

Naturaleza es templo cuyos vivos pilares 
dejan, algunas veces, salir confusos nombres;
es un bosque simbólico que recorren los hombres
a los que siempre mira con ojos familiares.

Igual que largos ecos de lejos confundidos
es una tenebrosa y profunda unidad, 
basta como la noche, y con claridad 
se responden colores, aromas y sonidos.

Hay perfumes tan frescos como carnes de infantes,
dulces como los oboes, verdes cual prado inmenso, 
- y los hay corrompidos, ricos y triunfantes.

Charles Baudelaire, Las flores del mal, Madrid, Cátedra,2008, página 136, seleccionado por: Pablo Galindo Cano, 2º de Bachillerato 2014-2015

Los miserables, Victor Hugo

                                                         LIBRO OCTAVO
                       LOS CEMENTERIOS TOMAN LO QUE LES DAN

         Capítulo I DONDE SE TRATA DE CÓMO SE PUEDE ENTRAR EN UN CONVENTO 

     En esta casa había <> Juan Valjean, según decía Fauchelevent.
     Había saltado por la pared del jardín que formaba el ángulo de la calle Polonceau ;el himno angélico que había oío en medio de la noche era el canto de maitines de las monjas ; la sala que había visto en la oscuridad , era la capilla ; la fantasma tendida en tierra , era la hermana en el acto del desagravio ; la campanilla cuyo ruido le había sorprendido tanto , era el cencerro del jardinero sjeto a la pierna del tío Fauchelevent.
     Acostada ya Cosette , Juan Valjean y Fauchelevent habían cenado , como hemos dicho , un pedazo de queso y una copa de vino al amor de una buena leña ; y como la única cama que había estaba ocupada por Cosette , se habían echado cada uno en un haz de paja. Juan Valejean antes de cerrar los ojos , había dicho : << Es preciso que me quede aquí>>, y estas palabra habían estado dando vuelta toda la noche en el cerebro de Fauchelevent.






Victor Hugo , Los miserables , Barcelona , RBA , 1994 , página 496.
Seleccionado por Lucía Pintor del Mazo. Segundo de bachillerato. Curso 2014/2015





DRÁCULA "CAPÍTULO 17" DIARIO DEL DOCTOR SEWARD




  29 de septiembre. Me  ensimismé tanto el la lectura del extraordinario diario de Jonathan Harker y en la del  de su esposa que el tiempo pasó sin darme cuenta.La señora Harker no estaba abajo cuando la doncella nos llamó para cenar,así que le comenté a esta: 
 -Probablemente este cantada;vamos a esperar una hora más.
Seguí con mi trabajo.Acababa de terminar el diario de la señora Harker cuando ella entró.Estaba dulcemente encantadora, pero muy triste y tenia los ojos irritados de llorar.Esto me conmovió mucho.Dios sabe que en los últimos tiempos he tenido motivos sobrados para llorar, pero el consuelo de las lágrimas me ha sido negado.Y ahora la visión de esos dulces ojos brillando por las lágrimas recientes me llegó directamente al corazón.Le dije, lo más amablemente que pude:
 - Temo haberla perturbado de alguna manera.
 - ¡Oh no!,en absoluto -contestó -;pero su dolor me ha emocionado más de lo que le puedo decir.Es un aparato maravilloso , pero cruelmente sincero. Me ha contado, con el sentimiento de aquellos momentos, la angustia de su corazón.Era como el alma gritando a Dios todopoderoso.¡Que nadie mas vuelva a oír esas palabras!Miré, he intentado ser útil.He copiado todo a máquina, y ahora nadie tendrá que oír mas los gemidos de su corazón como yo lo he hecho

El perfume, Patrick Süskind

CAPÍTULO CATORCE


     -Fórmula, fórmula- graznó Grenouille, enderezándose un poco ante la puerta-; yo no necesito ninguna fórmula. Tengo la receta en la nariz. ¿Queréis que os haga la mezcla, maestro, queréis que os la haga?
¿Me lo permitís?
     -¿Qué dices? - gritó Baldini, alzando bastante la voz y sosteniendo el candelero ante el rostro del gnomo-. ¿Qué mezcla?
     Por primera vez, Grenouille no retrocedió.
     -Todos los olores que se necesitan están aquí, todos aquí,en esta habitación- dijo, señalando hacia la oscuridad-. ¡Esencia de rosas! ¡Azahar! ¡Clavel! ¡Romero...!
     -¡Ya sé que están aquí!- rugió Baldini-. ¡Todos están aquí! ¡Pero ya te he dicho, cabezota, que no sirven de nada cuando no se tiene la fórmula!
     -¡...Y el jazmín! ¡El alcohol! ¡La bergamota! ¡El estoraque!- continuó graznando Grenouille, indicando con cada nombre un punto distinto de la habitación, tan sumida en tinieblas que apenas podía adivinarse la sombra de la estantería con los frascos.
     -¿Acaso también puedes ver de noche?- le gritó Baldini-. No sólo tienes la nariz más fina, sino también la vista más aguda de París, ¿verdad? Pues si también gozas de buen oído, agúzalo para escucharme: eres un pequeño embustero.
   







Patrick Süskind, El perfume, Barcelona, Seix Barral, S.A., booket, página 95. Seleccionado por Laura Tomé Pantrigo. Segundo de bachillerato, curso 2014-2015.