jueves, 23 de marzo de 2017

Las aventuras de Tom Sawyer, Mark Twain

Capítulo 3
       
       Tom se presentó ante su tía Polly, que estaba sentada junto a una ventana abierta en una agradable habitación trasera, que servía a la vez de dormitorio, cuarto de desayuno, comedor y biblioteca. El suave aire estival, el silencio tranquilizador, el aroma de las flores y el zumbido soñoliento de las abejas habían obrado su efecto, y la anciana daba cabezadas sobre su labor de punto... porque no tenía más compañía que el gato y éste se había dormido en su regazo. Tenía las gafas muy colocadas en lo alto de la cabeza encanecida para mayor seguridad. Había dado por supuesto que Tom había desertado del trabajo desde hacía mucho tiempo, y se quedó maravillada al ver cómo se ponía de nuevo en su poder de forma tan rápida. Le dijo:
       - ¿Puedo ir a jugar ahora, tía?
       - ¿Qué? ¿Tan pronto? ¿Hasta dónde has pintado?
       - Lo he terminado todo, tía.
       - Tom, no me mientas, no puedo soportarlo.
       - No miento, tía; está todo terminado.
       La tía Polly se fiaba poco de tal testimonio. Salió para verlo con sus propios ojos y se hibiera dado satisfecha con que un veinte por ciento de la declaración de Tom fuera verdad. Así que cuando vio que toda la valla estaba encalada, y no solo encalada, sino primorosamente cubierta y cubierta de manos de pintura, e incluso con una raya añadida en el suelo, su asombro fue inexpresable. 


       Mark Twain, Las Aventuras de Tom Sawyer. Madrid, Anaya. Laurin, primera edición, 1984. Página 25-26.
       Seleccionado por Andrea Alejo Sánchez. Primero de bachillerato, curso 2016-2017.

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