Benditos sean el año, el mes, el día,
la estación, la hora, y el instante,
y el país y el lugar en el que me tan me veís;
y el dulce afán primero que sentía
cuando me ataba el Amor, y aquel tirante
arco, y sus flechas,y , en mi pecho amante,
las profundas heridas que me abría.
Bendito sea el incesante acento
que llamando a mi dama he difundido,
y el llanto y el deseo y el lamento,
y bendito el papel con que he solido
ganarle fama y,ay, mi pensamiento,
que parte en él tan sólo ella ha tenido.
(Petrarca, Cancionero, RBA Editores, pág 205.
Seleccionado por Susana Sánchez Custodio. Segundo de Bachillerato, curso 2009-2010)
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