jueves, 27 de octubre de 2011

Arte de amar, Ovidio.

Si hay alguien entre el público que no conozca el arte de amar, que lea esta obra y, cuando se haya documentado leyéndola, que ame. Por medio del arte se mueven las rápidas barcas a vela y remo, por medio del arte también los ligeros carros, y por medio del arte ha de ser gobernado por el Amor. Automedonte tenía las cualidades idóneas para conducir carros y sujetar las flexibles riendas; Tifis era el timonel en la nave hemonia; pero a mí Venus me puso ante los ojos de todos como maestro en el arte del tierno Amor: dirán de mí que soy el Tifis y el Automedonte de Amor.
Él es, desde luego, arisco y de tal ánimo que muchas veces se resuelve contra mí, pero es un niño y su edad es dócil y propia para dejarse guiar. El hijo de de Fílira enseñó a tocar la cítara a Aquiles cuando era pequeño y con este pacífico arte dominó su carácter violento; el que tantas veces fue terror para sus compañeros y tantas veces para los enemigos, cuéntase que sentía un pánico grande ante aquel anciano cargado de años; y las manos de Héctor probaría más tarde, las ofrecía él sumisamente a los palmetazos, siempre que el maestro se lo pedía. Quirón fue el preceptor del Eácida, yo solo soy del Amor: coléricos son ambos niños y ambos hijos de una diosa. Pero, no obstante, también la cerviz del toro soporta el peso del arado y los dientes de un caballo desbocado acaban por morder el freno. De igual manera el Amor se inclinará ante mí, aunque hiera mi corazón con su arco y agite sus antorchas, blandiéndolas en contra mía. Cuanto más enconadamente el Amor me haya clavado sus flechas y me haya abrasado, tantos más motivos tendré para vengarme de la herida que me haya hecho.
No mentiré diciendo,Febo, Que tú me has dado estas artes, ni tampoco un ave celestial me adoctrina con su canto, ni se me han aparecido Clío y sus hermanas mientras apacentaba rebaños en tus valles, Ascra; es mi propia experiencia la que me inspira esta obra: haced caso, pues, a un poeta experto; cantaré la verdad: madre del Amor, favorece esta mi empresa. Lejos de aquí, delgadas cintas, emblema del pudor, y tú, larga banda que cubres las piernas hasta la mitad. Yo cantaré un amor que no tiene nada que temer y unos escarceos permitidos. No habrá ningún delito que reprochar a mis versos.
Lo primero de todo, tú que por primera vez vienes como soldado a revestirte con armas nuevas, procura descubrir lo que deseas amar. El paso siguiente es conquistar a la joven que te ha gustado; y en tercer lugar, conseguir que el amor dure por largo tiempo. Éste es mi plan: éste es el campo que mi carro dejará señalado a su paso, ésta es la meta que deben tocar mis ruedas en su loca carrera.

Ovidio, Arte de amar, Madrid, ed. Gredos, col. Biblioteca Básica Gredos, vol. 66 , año 2001, págs. 143-145. Seleccionado por Luis Francisco Galindo Cano, segundo de Bachillerato, curso 2011-2012.

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