recibiendo y gastando, disipamos las fuerzas;
en la naturaleza vemos muy poco que se nuestro,
y hemos cedido nuestros míseros corazones.
Esta mar que desnuda su seno hacia la luna,
estos viento que aullando pasan a horas
y ahora se amontonan como flores dormidas:
para eso, y para todo, no estamos entonados,
no nos mueve. ¿Gran Dios!, preferiría ser
un pagano crecido en una fe gastada,
para poder erguido en estos prados suaves,
ver algo que me hiciera menos desamparado:
observar a Proteo saliendo de los mares,
oír su enguirnaldado cuerno al viejo Tritón.
SONETO
¡Oh clara juventud! Bastante era adorar
con soles obedientes toda lluvia extraviada,
y si una inesperada nube bajaba, pronto,
sobre ella construir un arco iris, para
la Fantasía errante, mezclando, de los campos
a medio labrar, hierbas con flor adormidera;
te coronaban tus Favoritos, cantando
tu poder, sin censura ni compasión del sabio.
Ah, muestra qué más dignos honores se te deben,
clara juventud; mueve lo hondo del corazón:
confirma a tu glorioso Espíritu a que emprenda
un sendero de abrupta subida y alta meta;
y si hay una alegría que mengüe lo que pide
recuerdo agradecido, haz irse esa alegría.
Wordsworth, William: "¡Oh clara juventud!...", http://es.scribd.com/doc/48712871/Textos-Romanticismo , Seleccionado por Luis Francisco Galindo Cano. Segundo de Bachillerato. Curso 2011-2012.
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