lunes, 29 de septiembre de 2014

El tambor de hojalata, Günter Grass

LA MARIPOSA Y LA BOMBILLA

       Leí a Bruno una parte de mi relato de la balsa, rogándole que fuera objetivo, le formulé mi pregunta.
       -¡Hermosa suerte! -dijo Burno entusiasmado, y acto seguido empezó, sirviéndose de sus cordeles, a plasmar a mi abuelo ahogado en uno de sus muñecos de nudos. Debería darme por satisfecho con su respuesta y no permitir que mis pensamientos temerarios emigren a América en pos de una herencia.
        Mis amigos Klepp y Vittlar vinieron a verme. Klepp me trajo un disco de jazz con King Oliver en las dos caras; Vittlar me ofreció con mucha afectación un corazón de chocolate suspendido de una cinta de color de rosa. Hicieron toda clase de bromas, parodiaron algunas escenas de mi proceso, y yo, por mi parte, para ponerlos contentos, me mostré de buen humor y me reí aun con sus chanzas más estúpidas. Pero como sin querer, y antes de Klepp pudiera dar comienzo a su inevitable conferencia didáctica sobre las conexiones entre el jazz y el marxismo, conté la historia de un hombre que el año trece, osea antes de que todo el lío empezara, fue a parar bajo una balsa interminable y no volvió a aparecer, sin que nunca llegara a hallarse su cadáver.




       Günter Grass, El tambor de hojalata. Editorial, Santillana Ediciones Generales, S.L. página, 44.
       Seleccionado por Alejandro López Sánchez. Segundo de bachillerato, curso 2014/2015

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