lunes, 5 de mayo de 2014

El libro de la selva, Rudyard Kipling

LA CANCIÓN DE MOWGLI
       La que cantó en el Roquedal del Consejo cuando bailó sobre la piel de Shere Khan.
       
       La canción de Mowgli, yo, Mowgli, la canto. Que la selva escuche las cosas que he hecho.
       Dijo Shere Khan que me mataría...¡Que me mataría! ¡Que en el umbral del crepúsculo mataría a Mowgli, la Rana!
       Pero comió y bebió. ¡Bebe mucho, Shere Khan! ¿Pues cuándo volverás a beber? Duerme y sueña con la muerte.

       Solo estoy en los campos de pasto. ¡Ven conmigo, Hermano Gris! ¡Ven tú también, Lobo Solitario! Que hay caza mayor.
       Subid a los grandes búfalos machos, a los  toros de piel azul y ojos coléricos. Llevadlos de aquí para allá como os ordeno.
       ¿Aún duermes todavía, Shere Khan? ¡Pues despierta, hey despierta! Que aquí vengo yo, y los toros vienen detrás.
       Rama, el  rey de los búfalos, el suelo golpeó con sus patas. Decidme, aguas de Waingunga, ¿adónde se fue Shere Khan?
       No es él Ikki, para cavar agujeros, ni Mao, el pavo real, para salir volando. Tampoco es Mang, el murciélago , para colgarse de las ramas. Pequeños bambúes, que juntos crujís, decidme adónde escapó.
       ¡Oh! Allí está. ¡Hey! Allí esta. ¡Bajo las patas de Rama está el cojo! ¡Arriba, Shere Khan! ¡Levántate y mata! Que aquí tienes carne; rompe los huesos de los toros.
       ¡Chiss!, que está dormido. Cuidad de no despertarlo, que es mucha su fuerza. Los milanos han bajado a verlo. Las hormigas negras se le han subido para conocerlo.¡Qué reunión tan grande en su honor!
       ¡Pero ay! No tengo ropa para envolverme. Los milanos van a verme desudo. Qué vergüenza delante de tanta gente.
       Déjame tu abrigo, Shere Khan. Déjame tu bonito abrigo rayado para que pueda acudir al Roquedal del Consejo.
       Por el toro que se compró mi vida, hice una promesa... una promesa sin importancia. Sólo tu abrigo me falta para cumplir mi palabra.
       Con el cuchillo, con el cuchillo del cazador, del hombre, me agacharé a por mi regalo.
       Aguas del Waingunga, sois testigos de que Shere Khan me da su abrigo,por el amor que me tiene. ¡Tira, Hermano Gris! ¡Akela, tira! Como pesa la piel de Shere Khan.

       Enfadada está la manada de hombres. Me tiraron piedras y hablaban con lengua de niños. Mi boca sangraba. Escapemos.
       Cruzando la noche, cruzando la calurosa noche, corred veloces conmigo, hermanos míos. Nos despediremos de las luces del pueblo y nos iremos cuando la luna está aún baja.
       Aguas del Waingunga, la manada de los hombres me ha arrojado fuera. Yo no les hice daño, pero ellos me tuvieron miedo. ¿Por qué?
       Manada de lobos, también vosotros me expulsasteis. La selva se me ha cerrado, lo mismo que las puertas de la aldea. ¿Por qué?
       Como Mang vuela entre las fieras y las aves, así vuelo yo entre la selva y el pueblo. ¿Por qué? Bailo sobre la piel de Shere Khan, pero mi corazón es pesado. Mi boca está cortada y herida por las piedras de los aldeanos,pero siento el corazón ligero por haber vuelto a la selva. ¿Por qué?
       Ambas cosas luchan en mí, como luchaban las serpientes en la primavera.
       Brota el agua de mis ojos; y río mientras cae. ¿Por qué?
       Dos Mowglis hay en mí, mientras la piel de Shere Khan está bajo mis pies.
       Toda la selva sabe que he matado a Shere Khan. ¡Mirad!... ¡Mirad bien, lobos!
       ¡Ahae! Me pesa el corazón por las cosas que no entiendo.




Rudyard Kipling, El libro de la selva, ed. Akal, col. Akal Literaturas, Madrid, 2003, página 152, 153, 154. Seleccionado por Sara Paniagua Núñez. Segundo de bachillerato, curso 2013/2014.

       

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