viernes, 16 de octubre de 2015



Capitulo 9


En las pequeñas casas los arrendatarios seleccionaron entre sus pertenencias, y entre las de sus padres y abuelos. Escogieron entre ellas para su viaje hacia el oeste. Los hombres eran implacables porque el pasado se había echado a perder, pero las mujeres sabían que el pasado las llamaría en días venideros. Los hombres se ocuparon de los graneros y cobertizos.
     El arado, la grada, ¿recuerdas cuando plantamos mostaza durante la guerra?¿Recuerdas aquel tipo que quería que plantásemos ese arbusto de goma que llaman guayule? Os haréis ricos, dijo. Saca esas herramientas nos darán por ellas unos cuantos dolares. Dieciocho dolares costo el arado, mas el flete... Sears Roebuck.
      Arreos, carros, sembradoras, esas azadas.Sácalas. Apílalos.Cárgalos en el carro. Llévelos a la ciudad. Véndelos por lo que te den. Vende también el carro y el tiro. Ya no nos van a servir.
      Cincuenta centavos no es suficiente por un buen arado.Esa sembradora me costó treinta y ocho dólares. Dos dólares no es bastante.No podemos volver a casa con todo... Bueno quédenselo  y quédense otro poco de amargura con ello. Quédense la bomba y el arnés. Quédese con los ronzales los collares, los arneses y los tiradores.Quedese también con los pequeños objetos de bisutería, rosas rojas bajo el cristal,




John Steinbeck, Las uvas de la ira, Alianza editorial, 1939,  pág 134
Seleccionado por María Alegre Trujillo, Segundo de bachillerato. 2015-2016

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