viernes, 16 de octubre de 2015

Las uvas de la ira, John Steinbeck

Capítulo 25.


La primavera es hermosa en California. Valles en los que las frutas maduras son fragantes aguas rosas y blancas de un mar poco profundo. Luego los primeros zarcillos de las uvas, hinchándose desde las viejas vides nudosas, caen como una cascada y cubren los troncos. Las verdes colinas llenas son redondeadas y suaves como senos. Y a ras del suelo las tierras de verduras y hortalizas dan hileras de millas de longitud con lechugas verde claro y pequeñas coliflores esbeltas, plantas de alcachofa verde-grisáceas, que no parecen de esta tierra. Y entonces las hojas salen en los árboles y los pétalos caen de los frutales y alfombran la tierra de rosa y blanco. Los centros de las flores se hinchan, crecen y se colorean: cerezas y manzanas, melocotones y peras, higos cuya flor se cierra sobre la fruta. Toda California se acelera con productos de la tierra, y la fruta se hace pesada y las ramas se van inclinando poco a poco bajo su peso, de modo que deben ponerse bajo ellas pequeñas horquillas para soportarlo.

John Steinback, Las uvas de la ira, Alianza Editorial, 2007, pág 524.
Seleccionado por Laura Agustín Críspulo. Segundo de bachillerato. 2015-2016.

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