-Ahora- dijo cuando su mano se hubo secado- tengo que comer ese pequeño bonito. Puedo alcanzarlo con el bichero y comérmelo aquí tranquilamente.
Se arrodillo y hallo el bonito bajo la popa con el bichero y lo atrajo hacia si evitando que se enredara en los rollos de sedal nuevamente con el hombro izquierdo y apoyándose en el brazo izquierdo saco el bonito del garfio del bichero y puso de nuevo el bichero en su lugar. Plantó una rodilla sobre el pescado y arrancó tiras de carne oscura longitudinalmente desde la parte posterior de la cabeza hasta la cola.
Ernes Hemingway, El viejo y el mar. Barcelona, ed. Planeta, col. Booket, pág. 156.
Seleccionado por Javier Arjona Piñol. Primero de bachillerato. Curso 2016-2017.
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