jueves, 3 de noviembre de 2016

Las obras de arte, Lisias

     Todavía consideraba ése a su padre, si no como a un padre, sí como a un miembro del género humano. Aún no se había preparado suficientemente para el juicio: era su primer año en la provincia y no estaba entonces cargado de dinero como en el asunto de Estenio. Así pues, su perturbación quedó reprimida un poco, no por pudor, sino por miedo y temor. No se atreve a condenar a Diodoro en su ausencia; lo borra de la lista de acusados. Diodoro, entre tanto, no tuvo ni provincia ni patria durante casi un trienio, bajo la pretura de ése.
     No sólo los demás sicilianos, sino los ciudadanos romanos tenían por seguro que, puesto que ése llegaba tan lejos en su conciencia, nada había por lo que alguien pensase que podía salvar o conservar en casa lo que a ése le gustase tan solo un poco. Y cuando comprendieron que un hombre animoso, al que esperaba la provincia con enorme ansiedad, Quinto Arrio, no sustituiría a ése, dieron por descontado que nada podían tener tan encerrado ni tan escondido que no estuviera de lo más descubierto y a disposición de la codicia de ése.


Lisias, Las obras de arte, Madrid, Ed. Gredos, Col. Biblioteca Básica Gredos, Pag. 157, Seleccionado por Gustavo Velasco Yavita, Primero de bachillerato, Curso 2016-2017 

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