jueves, 10 de noviembre de 2016

La hoguera de las vanidades, Tom Wolfe

PRÓLOGO

Todos a por el imbécil

       -¿Y qué nos dice luego? Nos dice: "Olvidad que pasáis hambre, olvidad que algún poli racista os matará de un tiro en la espalda..." Ha venido a veros Chuck. Chuck a venido a a Harlem...
       -Mire usted, se lo voy a explicar... 
       -Chuck ha venido a Harlem y...
       -Permítame que se lo explique...
       -A ver, ¿ha venido Chuck a Harlem para hacerse cargo de los problemas de la comunidad negra?
       Esto es la gota que colma el vaso.
       ¡Jeh-jeggggggggggjjjjjjjjjjjjjjjj!
       Es un cacareo demoníaco, emitido por alguien del público, Es un sonido que sale de un lugar tan profundo, de debajo de tantísimas y tan lujosas capas, que él sabe perfectamente el aspecto que tiene esa mujer. Cien kilos, ¡como mínimo! ¡Fuerte y grande como una caldera de calefacción! El cacareo estimula a los hombres. Una erupción de esos ruidos tripudos que tanto detesta él. Ya empieza:
       -Jejjejjej... unnnnjjjj-junjj... Eso... Díselo, hermano... Dale caña... 
       ¡Chuck! Qué insolencia: ahí está el tipo, justo enfrente, en primera fila, ¡y acaba de llamarle Charlie! Chuck es un diminuto de Charlie, y Charlie es el mote con el que los negros insultan a los peores racistas blancos. ¡Menuda insolencia! ¡Menuda impudicia! El calor y las luces son insoportables. El alcalde bizquea constantemente. Son las luces de la TV. Está rodeado de una luminosidad cegadora. Casi no llega a ver la cara del revientamítines. Solo ve una silueta alta, y los increíbles ángulos huesudos que forman los codos de ese sujeto cuando alza las manos sobre la cabeza. Y también entrevé un pendiente. Ese tipo lleva un enorme aro de oro en una oreja.



Tom Wolfe, La hoguera de las vanidades. Barcelona, Anagrama. Panorama de Narrativas, primera edición, 1988. Página 9. 
Seleccionado por Andrea Alejo Sánchez. Primero de bachillerato, curso 2016-2017.

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