viernes, 16 de noviembre de 2012

El amante , Marguerite Duras

Cuando muere es un día triste. De primavera, creo de abril. Me telefonean. Nada, no me dicen nada más. Lo han encontrado muerto, en el suelo, en su habitación. La muerte llevaba ventaja sobre el final de su historia. En vida ya estaba acabado, era un hecho desde la muerte del hermano pequeño. Las palabras subyugantes: todo está consumado.
Ella pidió que los enterraran juntos. Ya no sé dónde, en qué cementerio, sé que en el Loira. Están los dos en la tumba, sólo los dos. Es justo. La imagen es de un esplendor intolerable.
El crepúsculo caía a la misma hora duran
te todo el año. Era muy corto, casi brutal. Durante la estación de las lluvias, durante semanas, el cielo no se veía, estaba cubierto por una niebla uniforme que ni siquiera la luz de la luna atravesaba. Durante las estaciones secas por el contrario el cielo estaba desnudo, despejado en su totalidad, crudo. Incluso las noches sin luna eran luminosas. Y las sombras se dibujaban por igual en los suelos, en las aguas, en los caminos, en los muros.

Marguerite Duras, El amante, Texto seleccionado por Laura Mahíllo, segundo de Bachillerato, 2012/13

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