viernes, 23 de noviembre de 2012

Alejandro Magno, Gisbert Haefs

I.
La mentira de Aristóteles.

 Al este de la carretera de Arcanania se veía un grupo de esclavos acrreando y arrastrando la basura de Atenas hacia una hondonada oculta entre peñascos, al pie de la colina. El suelo estaba anegado a causa de la lluvia de la noche anterior; algunos de los hombres se encontraban tan cubiertos de barro que no se distinguía ni su piel clara ni las lechuzas marcadas con hierro candente en sus hombros. Cuatro arqueros escitas, guardias mercenarios de la ciudad, los vigilaban.

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