viernes, 23 de noviembre de 2012

Copérnico , John Banville.

Al principio no tenía nombre. Era el objeto mismo, algo vivo, y era su amigo. En los días de viento, danzaba, enloquecido, agitaba sus brazos con vehemencia; o en el silencio de la tarde se adormecía y soñaba mientras se balanceaba en el aire azul y dorado. Ni siquiera se iba por las noches; arropado en la cama, él podía oír sus tenebrosos movimientos, fuera, en la oscuridad durante toda la noche. Había otros, más cerca de él  y todavía más vivos, que iban y venían, hablando; pero lo eran totalmente familiares, casi como si formaran parte de sí mismo, mientras que éste, inmutable y lejano, pertenecía al misterioso exterior, al viento, al tiempo y al aire azul y dorado. Formaba parte del mundo, pero aun así era amigo suyo.


John Banville, Copérnico, pág. 11,  segundo de Bachillerato, curso 2012/2013.


No hay comentarios:

Publicar un comentario