PATHELÍN: Fue por el denario de Dios, y si hubiese dicho "trato hecho", sólo con esta frase me habría ahorrado el denario. Ha estado bien trabajando, Dios y él compartirán juntos ese denario, si le parece bien, pues es todo lo que obtendrán por más que exijan, griten o protesten.
GUILLEMETTE: ¿Cómo ha consentido que te lo traigas sin pagárselo, él, que es un hombre tacaño?
PATHELÍN: Por Santa María la Hermosa, tanto lo he adulado y alabado que casi me lo regala. Le dije que se difunto padre era tan competente. "¡Ah!", le dije "¡hermano, de qué cuna tan buena provenís!" "De toda la vecindad, vuestra familia es la más digna de elogios". Pero, pongo a Dios por testigo: es de un hijo pícaro, el villano más tacaño que haya habido en este reino. "¡ah!", dije, "amigo Guillame, ¡cómo os parecéis de cara y en todo a vuestro buen padre!" Bien sabe Dios cómo preparé el cebo a la vez que intercalaba palabras alusivas a su pañería. "y además", añadí, "Virgen Santa, con qué disposición y humildad fiaba a sus mercancías!, ¡era vuestro vivo retrato!! Sin embargo, tanto su difunto padre, como el babuino de su hijo se habrían dejado arrancar los dientes de fea marsopa, antes de fiar o decir una palabra amable. Pero, en resumen, tanto he batallado y hablado que me ha fiado seis alnas.
GUILLEMETE: ¿Incluso, para no devolverlas?
PATHELÍN: Así debes entenderlo. ¿Devolver? ¡Que se las devuelva el diablo!
Anónimo, La farsa de Maese Pathelin , octaedro. Seleccionado por Beatriz Iglesias , segundo de Bachillerato, curso 2012/2013
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