Sexta parte
1
HACE YA MUCHOS AÑOS que no nos veíamos y en realidad nos hemos vistos en la vida sólo unas cuantas veces. Es extraño, porque en mi imaginación me encuentro con Ludvik Jahn muy a menudo y me dirijo a él, cuando hablo solo, como a mi principal antagonista. Ya me acostumbré tanto a su presencia y material que me quedé confundido ayer cuando me lo encontré, después de muchos años, como hombre real de carne y hueso.
Le he llamado a Ludvik mi antagonista. ¿Tengo derecho a llamarle así? Casualmente me he tapado con él siempre que me encontraba en una situación sin salida y él siempre me ayudó. Pero por debajo de esta unión externa estuvo siempre la profundidad del desacuerdo interior. No se si Ludvik se dio cuenta de eso en la misma medida que yo. En todo caso le daba mas importancia a nuestra unión externa que a nuestra interna diferenciación. Era irreconocible con los adversarios exteriores y tolerantes con las diferencias interiores. Yo no. Yo precisamente al contrario. Con esto no quiero decir que no quiera a Ludvik. Lo amo como amamos a nuestros antagonistas.
Milan Kundera, La broma. Barcelona. Editorial, Seix Barral S.A., página 227. 1987
Seleccionado por Pablo Galindo Cano. Segundo de bachillerato, curso 2014-2015.
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