La señora Dashwood permaneció en Norland durante varios meses, y ello no
porque no deseara salir de allí una vez que los lugares que tan bien conocía
dejaron de despertarle la violenta emoción que durante un tiempo le habían
producido; pues cuando su ánimo comenzó a revivir y su mente pudo dedicarse
a algo más que agudizar su dolor mediante recuerdos tristes, se llenó de
impaciencia por partir e infatigablemente se dedicó a averiguar por alguna
residencia adecuada en las vecindades de Norlarid, ya que le era imposible irse
lejos de ese tan amado lugar. Pero no le llegaba noticia alguna de lugares que a
la vez satisficieran sus nociones de comodidad y bienestar y se adecuaran a la
prudencia de su hija mayor, que con más sensato juicio rechazó varias casas
que su madre habría aprobado, considerándolas demasiado grandes para sus
ingresos.
La señora Dashwood había sido informada por su esposo respecto de la
solemne promesa hecha por su hijo en favor de ella y sus hijas, la cual había
llenado de consuelo sus últimos pensamientos en la tierra. Ella no dudaba de la
sinceridad de este compromiso más de lo que el difunto había dudado, y sentía
al respecto gran satisfacción, sobre todo pensando en el bienestar de sus hijas;
por su parte, sin embargo, estaba convencida de que mucho menos de siete mil
libras como capital le permitirían vivir en la abundancia. También se regocijaba
por el hermano de sus hijas, por la bondad de ese hermano, y se reprochaba no
haber hecho justicia a- sus méritos antes, al creerlo incapaz de generosidad. Su
atento comportamiento hacia ella y sus hermanas la convencieron de que su
bienestar era caro a sus ojos y, durante largo tiempo, confió firmemente en la
generosidad de sus intenciones.
Jane Austen, Sentidoysensibilidad http://www.dominiopublico.es/libros/Jane_Austen/Jane%20Austen%20-%20Sentido%20y%20Sensibilidad.pdf .
Sleccionado por Julia Mateos Gutiérrez, segundo de bachillerato curso 2015-2016
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