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Apenas le ha contado algo de su vida. Ni siquiera el primer día en el parque, cuando ella comprendió que era de otro sitio al oírle hablar, le dijo que ese otro sitio era la ciudad de Nueva York, el West Village de Manhattan para ser más exactos, sino que le contestó vagamente que se había criado en el norte. Más adelante, cuando ella empezó a preparar la selectividad y él le enseñó cálculo matemático, Pilar comprendió enseguida que no era simplemente un trabajador itinerante dedicado a la limpieza de casas vacías, sino una persona muy cultivada con una mente tan ágil y un amor por la literatura tan amplio y bien fundamentado que a su lado los profesores de inglés del Instituto John F. Kennedy parecía impostores. ¿Dónde había estudiado?, le preguntó un día. él se encogió de hombros, sin querer mencionar Stuyvesant ni los tres años que había cursado en Brown. Cuando ella insistió, él bajó la vista y murmuró algo sobre una pequeña universidad estatal de Nueva Inglaterra. A la semana siguiente, cuando le dio una novela de Renzo Michaelson, que en realidad era su padrino, Pilar observó que la había publicado una editorial llamada Heller Books y le preguntó si existía alguna relación. No, contestó, pura coincidencia, Heller es un apellido bastante corriente. Eso indujo a Pilar a hacerle otra pregunta, sencilla y enteramente lógica, sobre cómo era la familia de Heller a la que él pertenecía. ¿Quiénes eran sus padres y dónde vivían? No tengo, dijo ella, los ojos llenándosele súbitamente de lágrimas. Sí confirmó él, igual que tú. ¿Tienes algún hermano? No. Soy hijo único.
Mintiéndole de esa manera se evitaba el malestar de tener que hablar de cosas que había procurado eludir durante años. No quiere que sepa que los meses de nacer su madre abandonó a su padre, Morris Heller, fundador y editor de Heller Books, desde el verano que terminó el tercer año de su madrastra , Willa Parks, que se casó con su padre veinte meses después del divorcio, y nada, nada en absoluto de su hermanastro muerto, Bobby. Esas cosas no conciernen a una salida del limbo que lo devuelve desde hace siete años, a nadie dará explicaciones.
Ni siquiera ahora está seguro de si lo hizo o no a propósito. No hay duda de que empujó a Bobby, de que estaban discutiendo y arremetió con furia contra él, pero no sabe si el empujón fue antes o después de que oyera el coche que venía en su dirección, o lo que es lo mismo, ignora si la muerte de Bobby era un accidente o si en el fondo tenía intención de matarlo. Toda la historia de su vida depende de lo que ocurrió aquél día en las Berkshires, y aún sigue sin conocer la verdad, todavía no está seguro de si es o no culpable de un crimen.
Mintiéndole de esa manera se evitaba el malestar de tener que hablar de cosas que había procurado eludir durante años. No quiere que sepa que los meses de nacer su madre abandonó a su padre, Morris Heller, fundador y editor de Heller Books, desde el verano que terminó el tercer año de su madrastra , Willa Parks, que se casó con su padre veinte meses después del divorcio, y nada, nada en absoluto de su hermanastro muerto, Bobby. Esas cosas no conciernen a una salida del limbo que lo devuelve desde hace siete años, a nadie dará explicaciones.
Ni siquiera ahora está seguro de si lo hizo o no a propósito. No hay duda de que empujó a Bobby, de que estaban discutiendo y arremetió con furia contra él, pero no sabe si el empujón fue antes o después de que oyera el coche que venía en su dirección, o lo que es lo mismo, ignora si la muerte de Bobby era un accidente o si en el fondo tenía intención de matarlo. Toda la historia de su vida depende de lo que ocurrió aquél día en las Berkshires, y aún sigue sin conocer la verdad, todavía no está seguro de si es o no culpable de un crimen.
Paul Auster, Sunset park, Barcelona, Anagrama, 2010, páginas 21-22.
Seleccionado por Rebeca Serradilla Martín. Primero de Bachillerato. Curso 2016/2017.
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