jueves, 17 de diciembre de 2009

La Divina Comedia. El Paraíso, Canto VII; Dante Alighieri

     La divina bondad, que rechaza de si todo rencor, ardiendo en si misma centellea de tal modo, que hace brotar las bellezas eternas. Lo que procede inmediatamente de ella sin otra cooperación no tiene fin; porque nada hace cambiar su sello una vez impreso. Lo que sin cooperación procede de ella es completamente libre, porque no está sujeto a la influencia de las cosas secundarias; y cuanto más se le asemeja, más le place, pues el amor divino que irradia sobre todo, se manifiesta con mayor brillo en lo que se le parece más. La criatura humana disfruta la ventaja de todos estos dones, pero si le falta uno solo, es preciso que decaiga su nobleza. Solo el pecado es el que le arrebata su libertad y su semejanza con el Sumo Bien; por lo cual refleja muy poco Su luz, y no vuelve a adquirir su dignidad, si no llena de nuevo el vacío que dejó la culpa, expiando sus malos placeres por medio de justas penas. Cuando vuestra naturaleza entera pecó en su germen, se vio despojada de estas dignidades y lanzada del Paraíso, y no hubiera podido recobrarlas (si lo examinas sutilmente) por ningún camino, sin pasar por uno de estos vados: o porque Dios, en su bondad, perdonara el pecado, o porque el hombre por sí mismo redimiera su falta.


Dante Alighieri, Barcelona, Océano, Biblioteca universal
http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/literatura/dante/7_3.html

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