Salieron para sus posadas los huéspedes del país de los hunos. Mientras tanto, el poderoso rey había mandado acudir a sus consejeros. El noble Gunter preguntó a sus hombres cuál era su parecer sobre el asunto. Muchos tomaron entonces la palabra.
Decían que él bien podía ir al país de Atila. Tal fue el consejo de los mejores que allí se encontraban, salvo Hagen. A él le hacía sufrir esto ferozmente. Dijo entonces al rey en privado: «De esta suerte iréis a vuestra propia ruina. Sabéis de sobra lo que hemos hecho. Debemos tener siempre inquietud en cuanto a Krimilda, pues yo, con mi propia mano, he dado muerte a su marido. ¿Cómo vamos a tener la osadía de presentarnos en el país de Atila?».
Habló ahora el poderoso rey: «Mi hermana enterró su cólera y con un beso amistoso nos ha perdonado cuanto le hicimos, antes de partir de aquí. ¿No será acaso, Hagen, que su hostilidad va contra vos solo?».
«Sea, pero no os dejéis engañar», dijo Hagen, «digan lo que digan los enviados de los hunos. Si tenéis empeño en ver a Krimilda, puede que perdáis allí el honor y aun la vida. Es muy rencorosa la esposa del rey Atila».
Anónimo, Cantar de los Nibelungos, http://www.kalipedia.com/literatura-universal/tema/desconfianza-hagen.
html?x=20080329klplylliu_2.Kes&ap=2. Seleccionado por Fabiola Muñoz, segundo de Bachillerato.
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