lunes, 24 de febrero de 2014

Tartufo, Molière

       ORGÓN. Mariana.
       MARIANA. Sí, padre.
       ORGÓN. Acercaos, he de deciros algo en secreto.
       MARIANA. ¿Qué buscáis?
       OREGÓN. (Asomándose a una pequeña recámara.) Miro no sea que haya alguien que pueda oírnos, pues este cuarto es de lo más apropiado para espiar. Perfecto, así estamos bien. Como sabéis, Mariana, siempre he visto en vos un carácter apacible y desde vuestra más tierna edad os vengo profesando un cariño sin reservas.
       MARIANA. Y yo me siento agradecida por ese amor de padre.
       ORGÓN. Muy bien dicho, hija mía. Y para haceros merecedora de él, habéis de esforzaros en complacerme.
       MARIANA. En ello cifro todo mi esfuerzo.
       ORGÓN. ¡Muy bien! ¿Y qué me decís de Tartufo, nuestro huésped?
       MARIANA. ¿Quién yo?
       ORGÓN. Sí, vos, y mirad bien qué respondéis.
       MARIANA. ¡Ay! Diré de él lo que vos dispongáis.
       ORGÓN. Eso es hablar sensatamente. Decdime, pues, hija mía, que toda su persona irradia un elevado mérito, que os ha enternecido el corazón y que os agradaría sobremanera verle convertido, por elección mía, en vuestro esposo, ¿eh?.
       MARIANA. (Retrocediendo, sorprendida.) ¿Eh?


   Molière, Tartufo, ed. Vicens Vives, col. Clásicos Universales, Barcelona, páginas 39-40. Seleccionado por Sara Paniagua Núñez, segundo de bachillerato, curso 2013-2014.

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