cuando el diplomático norteamericano Hiram B. otis compró la mansión de los canterville, todo el mundo le dijo que hacía una locura, porque no cabía la menor duda de que el lugar estaba encantado. Hasta el propio Lord canterville, hombre de honradez escrupulosa, se creyó en el deber de comentárselo cuando hablaron de las condiciones.
-Nosotros mismos dejamos de residir allí-dijo Lord canterville-desde que mi tía abuela, la duquesa viuda de Bolton, sufrió un ataque de nervios, del que nunca llegó a recuperarse, cuando las manos de un esqueleto se le apoyaron en los hombros mientras se vestía para la cena, y me siento obligado a advertirle, señor Otis, que al fantasma lo han visto varios miembros de la familia, lo mismo el párroco, el reverendo Augustus Dampier, miembro del King's College de cambridge. Tras el desafortunado accidente de la duquesa, la servidumbre más joven no quiso seguir con nosotros, y era frecuente que Lady Canterville no pudiera conciliar el sueño a causa de los ruidos misteriosos que venían del pasillo y de la biblioteca.
-Milord-contestó el diplomático-, por el mismo precio me quedo con el mobiliario y el fantasma. Vengo de un país moderno, donde hay de todo lo que el dinero puede comprar. Con una juventud bulliciosa como la nuestra, que se gasta el dinero a manos lleno en el Viejo continente y se lleva sus mejores actores y cantantes de ópera, estoy seguro de que, si en Europa existiera algo parecido a un fantasma, pronto lo exhibiríamos en alguno de nuestros museos o en algún espectáculo ambulante.
-Me temo que el fantasma existe-dijo Lord canterville, sonriendo-, aunque puede que se haya resistido a las ofertas de sus activos empresarios teatrales. Hace tres siglos que se sabe de él: para ser exactos, desde 1584, y siempre se presenta antes de que fallezca algún miembro de la familia.
-Bueno, lo mismo que el médico de cabecera, Lord canterville. Los fantasmas no existen, milord, e imagino que la aristocracia británica no es una excepción a las naturaleza.
Oscar wilde, el fantasma de canterville,España,vicens vives,1993,53. Seleccionado por Jennifer Garrido Gutiérrez, primero de bachillerato,2015
Publicado por el alumno I.E.S Pérez comendador
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