jueves, 9 de febrero de 2017

Historia de roma desde su fundación, Tito Livio

      La alarma no fue ciertamente menor en toda la ciudad que en el campo de batalla; muchos puestos de guardia fueron abandonados en la huida despavorida,y también los muros al saltar  de ellos cada uno por donde le cogía más a mano. Cuando Escipión, que había salido hasta la llamada Colina de Mercurio, se percato de que las murallas estaban desguarnecidas de defensores en muchos tramos hizo salir a todos del campamento y les dio orden de avanzar al asalto de la ciudad y llevar escalas. El protegido por los escudos que tres jóvenes vigorosos sostenían ante él, pues eran ya muy grande la cantidad de dardos de todo tipo de todo tipo que salían volando de los muros, se acercó a la ciudad . Animaba, daba las ordenes precisas, y, cosas que tenían gran importancia para enardecer los ánimos de los soldados, estaba allí presente como testigo ocular del valor o la cobardía de cada cual. Por eso corren arrostrando heridas y armas arrojadizas; ni los muros ni los combatientes que hay sobre ellos pueden impedir que rivalicen por escalarlos. También se inició al mismo tiempo el ataque naval de la parte de la ciudad que baña el mar;
   pero por ese nado era mayor el ruido que la fuerza que se podía emplear. Mientras abordan, mientras desembarcan precipitadamente escalas y hombre, mientras se apresuran a saltar a yerra por otro sitio más a mano se estorban unos a otros con las propias prisas por ser los primeros.

Tito Livio, Historia desde su fundación, Editorial Gredos, publicada en Madrid en 2001, libro XXVI/XXX,página 89 /90 parte XXVI.
Seleccionado por Andrea Martín Bonifacio, primero de bachillerato, curso 2016/2017.

No hay comentarios:

Publicar un comentario