viernes, 1 de febrero de 2013

El sobrino de Rameau o Sátira segunda, Denis Diderot

     Tanto si hace bueno como si malo, suelo pasear hacia las cinco de la tarde por el Palais-Royal. Se me puede ver, siempre solo, meditando en el banco de Argenson. Hablo conmigo mismo de política, amor, arte o filosofía. Abandono mi espíritu a su pleno libertinaje. Le dejo seguir la primera idea sabia o loca que se le presenta, del mismo modo que vemos en la alameda de Foy a nuestros jóvenes disolutos seguir los pasos de una cortesana alocada, de rostro sonriente, mirada brillante, nariz respingona, abandonarla luego por otra atacándolas a todas sin atarse a ninguna. Mis ideas son mis rameras. Si hace demasiado frío o llueve mucho, me refugio en el café de la Règence; allí me divierto viendo jugar al ajedrez. París es el lugar del mundo, y el café de la Régence es el lugar de París donde se juega mejor a ese juego. En el café del Rey rivalizan el profundo Légal, el sutil Philidor y el sólido Mayot. Allí pueden verse las jugadas más sorprendentes y los peores comentarios; pues si se puede ser un hombre inteligente y un gran jugador de ajedrez como Légal,  se puede ser también un gran jugador de ajedrez y un necio como Foubert y Mayot.


Denis Diderot, El sobrino de Rameau, Planeta. Texto seleccionado por Eduardo Montes Romero, segundo de Bachillerato, curso 2012/2013.

No hay comentarios:

Publicar un comentario