viernes, 1 de febrero de 2013

Memorias de Agripina "Libro IV": Mi tío Claudio, Pierre Grimal

A Claudio le faltó tiempo para sacarnos del exilio. La orden de regreso fue uno de los primeros actos de su reinado. Como hiciera Cayo al comienzo del suyo, quiso rendir homenaje a su familia. Al mismo tiempo que ponía fin a nuestro suplicio, instituía Juegos solemnes en honor de su padre, Druso, y de su madre. Proclamó la divinidad de Livia y, lo que era por su parte un retorno a las más viejas costumbres, estableció carreras de caballos consagradas a su memoria. Más que nunca pretendía poner de manifiesto la predestinación de nuestra familia. Lo que indudablemente me complacía y confirmaba mis esperanzas. Por eso, para mostrarle nuestro agradecimiento, antes incluso de regresar cada una a nuestra casa, Livila con su marido y yo a la mansión, ahora vacía, del Palatino, nos fuimos directamente a palacio. Claudio nos recibió con la mayor cordialidad, a mí sobre todo, que había sido siempre su preferida, pero también tuvo palabras amables para Livila, asegurándose que era muy feliz de volverla a entregar "a su excelente amigo Vinicio". Añadió, trabucándose un poco, lo que en él era señal de emoción, que los dioses le habían llamado a la dignidad que ahora poseía  para reparar el mal causado por Cayo.


Pierre Grimal, Memorias de Agripina "Libro IV": Mi tío Claudio, edit. El País. Seleccionado por Sara Isabel Miranda Hernández, segundo de Bachillerato, curso 2012/2013.

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